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Australia: atados y amordazados, la realidad de los menores en las cárceles

Niños de apenas 13 años fueron arrojados al suelo por trabajadores de la justicia de menores, y se los obligó a usar máscaras anti-escupitajos. Esto ocurrió en un centro de detención del Australia del Sur, de acuerdo a un informe de la defensoría del pueblo. Australia del Sur es ya el único estado de Australia que permite el uso de máscaras anti-escupitajos en los centros de detención de menores, luego de que su uso en el centro de detención de menores Don Dale, en el Territorio del Norte, fuera prohibido.

El Territorio del Norte todavía enfrenta un proceso civil por el uso de las máscaras anti-escupitajos. El gobierno de Marshall ha explicitado su compromiso para dejar atrás el uso de las máscaras a partir del 5 de septiembre del año próximo. El defensor del pueblo, Wayne Lines, recomendó que se abandonara el uso de máscaras anti-escupitajos y sugirió sacarlas de la lista de obstructores mecánicos aprobados en los establecimientos de detención de menores.

En un informe publicado esta semana, dijo que su uso era “inherentemente traumático” e inconsistente con las “metas y los principios rectores del sistema de justicia de menores”.

Las máscaras anti-escupitajos han sido empleadas en el Adelaide Youth Training Centre (AYTC) desde el 2014 y su uso ha sido registrado desde el 2016. Entre octubre del 2016 y junio del 2019 fueron usadas 57 veces en 22 niños. Un tercio de las veces fueron usadas en un niño, al que se le colocó la máscara anti-escupitajos 19 veces en nueve meses.

Lines dijo que las máscaras transgredían las leyes internacionales sobre el tratamiento de los presos y que aumentaba el riesgo de asfixia potencialmente fatal, porque con frecuencia los niños eran arrojados boca abajo, con el objetivo de colocarles las máscaras en la cabeza. El uso de máscaras anti-escupitajos ha sido asociado a muertes de presos en Gran Bretaña y Estados Unidos. Lines analizó los registros de las cámaras CCTV de 12 incidentes en los que se colocó la máscara anti-escupitajos, en los cuales niños de entre 12 y 17 años fueron inmovilizados por un grupo de adultos trabajadores del establecimiento.

En uno de los casos, una niña de 13 años fue arrojada al suelo por cinco miembros del staff que le colocaron una máscara anti-escupitajos en la cabeza y la esposaron, con las manos detrás de la espalda, todo porque se había negado a ir a la cama. En otro de los casos, 12 miembros del staff fueron a la celda de un muchacho de 17 años, celda que no tenía cámaras CCTV, y salieron cuatro minutos después con el muchacho esposado y con la máscara anti-escupitajos en la cabeza. Tanto el muchacho como uno de los miembros del staff fueron llevados luego al hospital para una revisación médica. En todos los casos, salvo en uno, el niño fue arrojado al suelo en algún momento de la interacción.(…)

“Luego de analizar los registros que me fueron entregados para la investigación, no tengo dudas de que la aplicación de la máscara anti-escupitajos es un acontecimiento inherentemente traumático para el niño o el joven involucrado”.

Otros estados exigen que el staff use anteojos de protección y máscaras quirúrgicas cuando se trata a los detenidos, para evitar los riesgos de enfermedades de contagio por sangre.

El Departamento de Servicios Sociales de Australia del Sur, que administra el establecimiento, aceptó en principio las recomendaciones para abandonar las máscaras anti-escupitajos, pero dijo que abandonar dicha opción era “problemático por el momento” en “una serie de circunstancias muy específicas en las que otros métodos, como el equipo de protección personal, no eran viables o no estaban a disposición”. No aceptó la recomendación de que la legislación referida a la administración de centros penitenciarios de menores fuera corregida para prohibir o restringir de manera significativa el uso de la fuerza. Dos tercios de los detenidos en AYTC son indígenas. Cheryl Axleby, presidente del National Aboriginal and Torres Strait Islander Legal Service, dijo que se sentía “horrorizada” por el informe”.

“Estos niños en edad de ir a la escuela primaria fueron tratados peor que animales”, dijo Axleby. “Se los arroja al suelo y se los somete al riesgo de la asfixia, algo que podría causarles un trauma enorme”.

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