Bielorrusia: "Todavía nos preguntamos dónde está enterrado…"

Un mes después de la ejecución recibí una carta - solo un trozo de papel - en el que se me notificaba que se había ejecutado la sentencia de muerte. Mi familia y yo estuvimos esperado la suspensión de la sentencia hasta el último momento. Esperábamos que todo saliera bien, pero, desgraciadamente, este no fue el caso. Es muy difícil aceptar que realmente ha sucedido, ya que aún no nos han devuelto sus pertenencias y no hemos podido ver su cuerpo. Según la ley, no se nos permite enterrarle ni conocer el lugar de entierro, así que tengo la sensación de que él todavía está ahí fuera, de que está vivo y bien.

Hasta el día de hoy, nos seguimos preguntando en qué cementerio estará enterrado, pero lo único que podemos hacer es tratar de suponerlo. Como no tenemos la posibilidad de visitar su tumba, vamos a la tumba familiar a rezar.

Hay muchos rumores sobre el trato de los restos de las personas ejecutadas, pero nadie lo sabe con certeza porque se trata de información clasificada.

Mucha gente se acerca constantemente a mi madre para decirle que mi padre todavía está vivo; algunos incluso la llaman para pedirle dinero a cambio de información sobre su tumba. En nuestro país solo hay un puñado de personas que consideran que este es un problema verdaderamente importante y que abogan por su abolición; muchos tienen miedo, otros son simplemente mezquinos. En Internet leí algunos comentarios chocantes sobre mi hija de cuatro años; ciertas personas aseguraban que ella sufriría el mismo destino que mi padre porque lo lleva en sus genes. A menudo me preguntan por qué cuento mi historia. Lo hago porque me preocupa la actitud de las personas, que no entienden la tragedia de mi familia.