Desde que me convertí en su “esposa”, me han tratado mal todo el tiempo. Los guardias, siempre hombres blancos, hablan de mi cuerpo, de mi ropa, me coquetean, me intimidan, en fin, me jod**. A veces me hacen esperar innecesariamente, solo porque les divierte hacerme perder tiempo para acortar mi visita.
El personal no nos explica nada. Por ejemplo, mi primera visita familiar salió muy mal. Duró 72 horas porque no sabía que podíamos elegir entre 24 horas y 72 horas. La administración no me dijo que la primera vez se recomienda una visita de 24 horas. El personal no me llamó, solo me enviaron una carta diciéndome qué efectos personales podía llevar. Mi amigo es esquizofrénico, no tiene la capacidad de darme instrucciones.
Viví muy mal esta visita: tuve una crisis de ansiedad terrible. Los guardias me sacaron por la fuerza después de 48 horas, sacaron a mi amigo con esposas y me quitaron el derecho de visita. Tuve que luchar durante un mes y medio para recuperarlo.
Más adelante, reservé una caravana. Llamé por la mañana a la prisión para decirles que mi amigo no recordaba la hora de llegada y que se olvidó de preguntar. No suelo venir los viernes por lo que no sabía la hora prevista de llegada. El guardia me dijo que tenía que estar allí a las 10:30. Me di prisa, pero iba con atraso, así que llamé para decir que llegaría a las 10:40. El mismo guardia me dijo que me estaría esperando. Llegué a la entrada de la prisión, el guardia vino a verme y me dijo que ya era demasiado tarde y que volviera a las 13:00. Así que tuve que esperar y volver por la tarde. Había otras cuatro mujeres esperando también, a las que pregunté cuál es la hora de llegada el viernes: me respondieron que siempre es a la 13:00. Nadie accede en viernes por la mañana porque el personal saca a los que estuvieron en las caravanas la noche anterior. Se trata de microagresiones constantes, violencia psicológica.
Los guardias son horribles. A menudo sufro ataques de pánico en la prisión. Lo peor es que todas las dificultades que vivo relacionadas con la prisión no tienen nada que ver con la enfermedad de mi amigo. Y no puedo presentar ninguna queja porque él es quien pagaría las consecuencias.
Me han marcado con un estigma, pues nadie puede entender por qué me interesa, ayudo y amo a alguien que está en prisión y sufre de una discapacidad. Es como si una persona enferma no tuviera derecho a tener amigos o a ser amada.