En prisión de por vida

El número de personas condenadas a la prisión de por vida aumenta cada vez más. Entre 2014 y 2020, por ejemplo, se observó un incremento de un 17 % en Canadá, un 28 % en Sudáfrica y un 50 % en Tailandia. El recurso a la cadena perpetua ha cobrado fuerza en un contexto represivo, en el que la abolición universal de la pena de muerte comienza a vislumbrarse. Hoy en día, cerca de 500 000 personas en todo el mundo cumplen cadena perpetua, una de las penas más severas.

La mayoría de los países prevé la revisión de la cadena perpetua después de un cierto periodo ─sin que ello garantice un desenlace positivo─. Otros aplican la cadena perpetua real, en la que la esperanza de recuperar la libertad es muy escasa o inexistente. Así pues, una persona condenada a la reclusión perpetua puede perecer en prisión. Solo unos seis países europeos y varios países de América Latina no contemplan en su Código Penal la prisión de por vida.

La cadena perpetua se impone cada vez más por delitos relacionados con las drogas. Las políticas de lucha contra el tráfico, la posesión y el uso de estupefacientes han incrementado la severidad de las sanciones penales. Tal es el caso, por ejemplo, de Indonesia, Nepal, Líbano y Tailandia.

En Estados Unidos, las penas a 125 años, 880 años y 1200 años de prisión no son algo inusual. En este país, alrededor de 45 000 personas cumplen una “virtual life sentence”, es decir, una pena que sobrepasa su esperanza de vida. A ellas se suman otras 160 000 condenadas a cadena perpetua real, lo que significa que uno de cada siete reclusos pasará el resto de su vida en prisión.

El Consejo de Europa estima que una pena de prisión es de larga duración a partir de cinco años. La organización ha observado un aumento de las penas de prisión y de su duración en el continente.

Las largas penas de prisión se asimilan en ocasiones a una pena de muerte lenta. En 2006, diez personas condenadas a una pena de larga duración en la prisión de Clairvaux, Francia, enviaron, de manera clandestina, una carta en la que pedían que se restableciera la pena de muerte. Su intención era reprochar la hipocresía de las largas penas de prisión y pedir que les permitieran acabar con su sufrimiento de una vez por todas en lugar de dejarlas morir lentamente.