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España: el coronavirus acaba con las muertes por sobredosis en las cárceles

Desde que comenzó la crisis sanitaria ningún preso ha muerto por sobredosis de droga. Es uno de los efectos “positivos” de la pandemia en las cárceles, que han reducido el número de reclusos y en las que apenas ha habido incidentes violentos.

Son las consecuencias colaterales de una pandemia que ha dejado cuatro funcionarios y dos presos fallecidos, según recuerda en una entrevista telemática el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, quien destaca la incidencia menor del coronavirus en el ámbito penitenciario respecto al exterior.

De hecho, según sus datos, el impacto de la pandemia ha sido cuatro veces menor en las cárceles en cuanto a contagios, diez menos inferior en mortalidad y siete veces en hospitalizaciones.

Y si hay un efecto colateral que al máximo responsable de Prisiones le ha llamado la atención es la caída en el consumo de drogas, lo que ha redundado en que ningún recluso haya muerto por sobredosis desde el inicio de las medidas restrictivas en las cárceles impuestas a primeros de marzo, incluso antes de la entrada en vigor del estado de alarma.

Mientras que entre el 1 de marzo y el 25 de abril del año pasado murieron por sobredosis seis internos, desde esa primera fecha de este año hasta hoy no ha habido ningún recluso muerto por este motivo.

“Afortunadamente, las medidas de suspensión de comunicaciones y de suspensión de permisos han supuesto cerrar herméticamente las prisiones y que no pase droga. Al no pasar la droga hemos conseguido reducir a cero el número de fallecimientos por sobredosis”, explica Ortiz.

No solo eso. Otra consecuencia indirecta -agrega- es que algunos internos que son adictos están comenzando a solicitar entrar en programas de mantenimiento de metadona. “Este cierre hermético de la prisión les va a suponer comenzar tratamientos de deshabituación”.

Otro resultado “positivo” es la disminución de incidentes conflictivos y los que ha habido, explica Ortiz, “han sido muy puntuales y afortunadamente en ninguno de ellos se ha tenido que emplear la violencia porque dialogando con los internos han depuesto su actitud y vuelto a sus celdas”.

Un dato que también se coloca en la columna de los descensos es el de la población reclusa, que a mediados de mayo arrojaba 2.335 presos menos que al inicio de la pandemia, de tal manera que la cifra total en las cárceles dependientes de la administración central (todas excepto las de Catalunya) es de 48.600 internos.

Hay que remontarse a 2002 para encontrar un número similar de reclusos, con la particularidad de que, como resalta Ortiz, desde esa fecha a la actualidad se han inaugurado importantes centros, es decir, ahora se cuenta con mejores infraestructuras para tasas de ocupación similares a las de aquella época.