Tras haber iniciado una nueva huelga de hambre para hacer valer mis derechos y solicitar mi traslado, el 15 de octubre de 2017, los guardias volvieron a agredirme.
El día anterior había bloqueado la cerradura de mi celda porque me sentía amenazado por otros presos y por los vigilantes. Ellos me acusan de haber deteriorado la celda y me piden que reembolse el material. Pero la celda ya estaba deteriorada, y yo no firmé jamás ningún documento atestando el estado de la celda.
Ellos afirman que comencé un incendio dentro de la celda, usando un artefacto explosivo; esto es falso, ya que utilicé un trozo de tela. Después del incendio, a mi regreso de la enfermería, pude comprobar que mis cosas, que se quedaron en la celda, fueron robadas, ya que los vigilantes dejaron la puerta abierta deliberadamente.
Cuando los guardias regresaron para llevarme de vuelta al calabozo, me caí al suelo porque tuve dificultades respiratorias; y, ahí, una vez más, me golpearon.
A la mañana siguiente, hice redactar un certificado médico. Presenté una denuncia contra X por la violencia de la que fui objeto durante la intervención, aunque la denuncia nunca llegó a su destino. Hoy, estoy acusado de haberlos insultado y amenazado. Ellos afirman que los amenacé en nombre del islam, lo cual niego formalmente. Esto es inconcebible para mí, simplemente porque creo que el islam es una religión de paz, incompatible con la violencia. La comisión disciplinaria me condenó por los hechos de deterioro y amenazas y me transfirieron al bloque disciplinario. He perdido 45 días de reducción de pena, y el tribunal se prepara para penalizarme de nuevo.
De todos modos, sea cual sea el resultado del proceso, espero que me trasladen fuera de Baumettes, que me lleven a una prisión donde se cumpla con el reglamento establecido. Actualmente, a pesar de que la relación con la administración del centro ha mejorado un poco, sigue siendo muy duro a nivel emocional: la muerte de mi madre, el coma de mi hermano, quien sigue hospitalizado, la ausencia de mis hijos, etc. He perdido 15 kilos durante mi detención. Ningún funcionario del Estado me ha ayudado verdaderamente. Creo que esto se puede explicar por las difíciles condiciones de trabajo y de reclusión dentro de esta prisión, así como la falta de medios que hacen difícil ejercer su trabajo.
Mi última huelga de hambre la llevé a cabo del 13 de diciembre al 9 de enero; pasé las fiestas sin comer. Solo hasta el 3 de enero, 21 días después del inicio de la huelga, me recibieron en la enfermería. El Defensor del Pueblo pudo constatarlo. Hice la huelga de hambre para respaldar mi solicitud de traslado a otra prisión y estar más cerca de mi familia. Aquí no tengo ningún apoyo.
La prisión de Baumettes es tan dura que uno llega hasta a mutilarse, a tragar hojas de afeitar, a ahorcarse…
Es la prisión francesa con la tasa de suicidios más alta. Todo lo que he descrito aquí no es digno de humanidad. Normalmente, en la cárcel nos privan de libertad, pero en este lugar, también nos privan de dignidad. Es por esto que he decidido revelarme, y lo seguiré haciendo hasta el día de mi liberación, para que otros no sufran tales torturas psicológicas. Espero que las nuevas generaciones no tengan que vivir este tipo de confinamiento.
Samy solicita su traslado y estar bajo protección judicial.