Los reclusos iraníes privados de cualquier derecho

Los derechos fundamentales de las personas no se garantizan en las prisiones iraníes. Los reclusos tienen que pagar por su propia comida, puesto que el régimen afirma no contar con presupuesto suficiente para asumir estos gastos. Incluso tienen que pagar por el agua, que en algunas ciudades ni siquiera es potable. Los reclusos se enfrentan a numerosas dificultades, y si sus familiares no pueden proporcionarles agua o alimentos, su situación se complica aún más.

La sobrepoblación carcelaria es un grave problema en Irán. Además de la falta de agua y alimentos, los reclusos no siempre tienen derecho a una cama y tienen que dormir en el suelo.

Por otra parte, la tortura de la que son objeto hace más dura su vida en prisión. Una tortura que el régimen se niega a reconocer, pero que aprueba e incita de manera oficiosa.

A pesar de que existen algunas pruebas irrefutables (como unos videos que han circulado), la Comisión de los Derechos Humanos de la República Islámica de Irán, institución gubernamental, afirma a menudo que en su país no hay violaciones de los derechos humanos.

Las condiciones de reclusión de las prisiones oficiales son pésimas. Sin embargo, estas son mejores que las de las prisiones no oficiales, que se encuentran bajo la dirección de la Guardia Revolucionaria de Irán ¹, y en las que se ejerce un poder totalmente arbitrario.
En estos establecimientos, se violan todos los derechos, las condiciones de reclusión son aterradoras, y se perpetran torturas e incluso asesinatos. El régimen utiliza estos lugares para atemorizar a los opositores, y la Guardia Revolucionaria no tiene que responder ante el sistema de justicia, el Parlamento o los medios de comunicación, ya que solo rinde cuentas al líder supremo.

No existe ningún organismo que atienda las denuncias de violación de los derechos humanos de los reclusos. Todo el sistema se ha diseñado para defender y apoyar al régimen: la ley, los tribunales, los jueces, etc.

El poder judicial no cuenta con ninguna independencia, e incluso los colegios de abogados están bajo presión. El mes pasado, se arrestó al menos a 15 letrados por haber defendido a reclusos.

El Consejo de Guardianes de la Constitución, encargado de juzgar la conformidad de la ley con la Constitución y el Corán, tampoco es independiente, pues, de sus 12 miembros, seis son clérigos seleccionados por el líder supremo. Aunque el régimen dice basarse en la ley, existen estrechos vínculos entre el positivismo jurídico y el islamismo. Además, la interpretación de la ley por parte de los miembros del Consejo Constitucional es principalmente religiosa. Las personas ateas o que se opone al régimen islámico o a Alá, no tienen derechos. El régimen se otorga el poder absoluto de violar los derechos de los reclusos.

Los medios de comunicación se han censurado, por lo que reclusos no pueden acudir a ellos para denunciar las torturas a las que se les ha sometido. La televisión nacional de Irán colabora activamente con el poder judicial y hasta difunde confesiones forzadas o informes falsificados para dar la impresión de que las condiciones de reclusión no podrían ser mejores.

Si bien el Relator Especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán ha solicitado en repetidas ocasiones la entrada al país, sus peticiones han sido denegadas. La información actual sobre los derechos humanos de los reclusos proviene de activistas encarcelados, informes periodísticos y ONG.

Para mí, el incendio de la prisión de Evín es una clara muestra de cómo el régimen atropella los derechos humanos para deshacerse de políticos, activistas, profesores, disidentes, etc. sin que se le considere responsable. Durante el incendio, que provocó varias muertes, se registraron también algunos disparos contra los reclusos, quienes se refugiaron en el patio de la prisión. El régimen niega cualquier implicación en el incidente, mientras saca provecho de la situación. En un sistema como este es imposible imaginar que la situación de los reclusos mejorará algún día.