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Fuente: El Confidencial
Ver el panoramaJapón: cuando estás tan sola que deseas la prisión, las cárceles se llenan de ancianas
En el artículo 91 del Código Penal español se prevé que se podrá conceder libertad condicional al condenado a prisión que haya “cumplido la edad de 70 años o la cumpla durante la extinción de la condena” y, además, cumpla otros requisitos. Esto facilita, aunque no implica obligatoriedad, que las prisiones en España tengan una tasa de población de edad avanzada muy baja. En 2008, en las cárceles españolas había más de 250 presos con más de 70 años. Según los datos de marzo de 2016 de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, 1.948 reclusos tienen más de 60 años, en su gran mayoría (1.811) hombres, mientras que solo había en esta fecha 137 mujeres por encima de esa edad.
No ocurre lo mismo en Japón, país donde los arrestos y condenas de personas mayores y, en particular, de mujeres de edad avanzada, son mucho más numerosos que en otros países y que en otros grupos demográficos. El país nipón, donde más de un cuarto (27,3%) de su población tiene 65 años o más, tiene un problema en las cárceles: una de cada cinco mujeres es una persona mayor. No obstante, la criminalidad en Japón es muy baja: la tasa de homicidios ha ido disminuyendo desde la década de los cincuenta hasta llegar a los 0,3 asesinatos por cada 100.000 habitantes: la de España es algo más del doble (0,63) y la de Estados Unidos, 13 veces más alta. De hecho, en todo el año 2015 tan solo se registró un asesinato por arma de fuego. Eso sí: las mujeres mayores condenadas han entrado en prisión por cometer, en su mayoría, delitos menores. De hecho, nueve de cada 10 mujeres condenadas fueron declaradas culpables de hurto, principalmente por robar en tiendas.
Así se desprende de una elaborada investigación de Bloomberg, de la que se extrae que tras haber pasado la responsabilidad del cuidado de los mayores a las familias y las comunidades, de la década de los ochenta al año 2015 el número de personas mayores viviendo solas se ha incrementado en más de seis veces, hasta alcanzar los seis millones. El Gobierno de Tokio elaboró una encuesta el pasado año en la que descubrió algunos aspectos interesantes: que la mitad de las personas de la tercera edad que robaban en tiendas eran mayores que vivían solos, que el 40% no tiene familia o que rara vez habla con sus personas más próximas y que, a menudo, estas personas dicen no tener quien las ayude.
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