UN millón cien mil, una cifra inquietante que encierra una espantosa realidad. Según la UNICEF, hay cerca de 1 100 000 menores recluidos en todo el mundo, una estimación indignante y, sin embargo, infravalorada, que transgrede la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, en particular, su artículo 37, que estipula que “la detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se utilizarán tan solo como medida de último recurso”. En algunos países, se encarcela a los niños menores de 13 años, en otros, se pronuncian penas de muerte en su contra. El Derecho internacional es vulnerado, las condiciones de reclusión son indignas: carencias alimentarias, falta de atención médica, insalubridad, promiscuidad, falta de acceso a la educación, malos tratos, torturas, etc. En todo el mundo, el 90% de los menores en reclusión espera su sentencia sin disponer de los medios suficientes para garantizar su defensa. En el 2008, durante su viaje a Madagascar como voluntarios, Hélène y David Muller, educadores especializados, descubren el centro penitenciario de reeducación Mandrosoa, ubicado en los suburbios de Antananarivo. Allí viven cientos de niños entre los 8 y los 18 años, apodados “Zaza madrita” (niños malos), que son objeto de violaciones de sus derechos humanos y de una falta crucial de atención. La pareja se implica entonces en un proyecto social focalizado en la mejora de las condiciones de vida de estos menores y articulado en torno a la formación profesional, el seguimiento educativo, las actividades pedagógicas, etc. En este contexto, en junio de 2010, crean la asociación Grandir Dignement
“Uno de cada tres menores está recluido con los adultos”¶
Desde su creación, Grandir Dignement estrechó una colaboración con miembros de la sociedad civil, asociaciones locales y agentes estatales (principalmente la administración penitenciaria). La asociación obtuvo la autorización para ampliar sus acciones en la prisión de máxima seguridad de Antanimora, en Antananarivo, en la que se encuentran recluidos cientos de niños en un módulo específico para menores de entre 13 y 18 años.
Su misión consiste en acompañar a los jóvenes en conflicto con la justicia y velar por el respeto de la dignidad humana dentro de los establecimientos penitenciarios, así como durante su procedimiento judicial. Su divisa: dar la palabra a los que no la tienen para ayudarles a construir su propio camino. “Nuestros pilares fundamentales son: el principio de humanidad, de independencia, de imparcialidad y de neutralidad”, afirma Hélène Muller, quien ha librado esta lucha con la convicción que precisan los proyectos fundamentales y quien, además, ha sabido convencer: la asociación consigue la financiación tanto de la Unión Europea como de la Embajada de Francia.
Un grupo de cerca de treinta educadores y asesores legales, que conforman el equipo de Grandir Dignement en Madagascar, interviene en cuatro establecimientos de Antananarivo y Diego Suarez para trabajar con 250 de los 692 menores recluidos en el país, es decir, el 4% de la población carcelaria de Madagascar—entre ellos, el 80% se encuentra en prisión preventiva por una duración indeterminada—. “Uno de cada tres menores está recluido con los adultos”, declara Hélène Muller. Antes de la intervención de Grandir Dignement, las condiciones eran deplorables:
** dormitorios colectivos, una comida diaria, falta de sanitarios decentes, etc. Los malos tratos de los que eran objeto en estos lugares tampoco les eran demasiado ajenos**.
De hecho, eran similares a los que conocieron desde el momento de su nacimiento. “La mayoría de estos menores son huérfanos o viven en las calles, solos o en familia, debido a las graves dificultades económicas y sociales que atraviesan. Estos jóvenes han cometido delitos leves —robos— pero están encarcelados en un país en el que la responsabilidad penal empieza a los 13 años”. La asociación aborda todos los frentes, seis días a la semana, en todos los lugares en los que se presente la necesidad y la urgencia: seguimiento jurídico y educativo, servicio de libertad vigilada, escolarización, salud, mejora de los lugares de reclusión, distribución de alimentos, etc. En su trabajo de campo, Grandir Dignement ha entablado vínculos con las asociaciones que intervienen las prisiones malgaches.
Actor de la nueva legislación¶
Además de sus incesantes y directas actuaciones en favor de los menores reclusos, Grandir Dignement sostiene una lucha para hacer avanzar la legislación y para que haya un progreso notable con respecto a la situación de los menores en prisión. Gracias a su trabajo orientado a las medidas alternativas, realizado en estrecha colaboración con el Ministerio de Justicia, ha sido posible implementar un servicio de libertad vigilada (por el momento en fase experimental). Sus diversos argumentos, que permiten entender más claramente la situación de los menores en reclusión, conforman la documentación y los recursos indispensables para la abrogación de nuevos dispositivos e, incluso, de nuevas leyes. Para afianzar su trabajo, su movilización, su reflexión y sus propios análisis, la asociación se basa en un arsenal de herramientas jurídicas, pedagógicas y universales, tales como la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, o las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil.
“En efecto, hemos participado activamente en la publicación de la nueva legislación relativa a los menores en conflicto con la justicia en Madagascar, que prevé, entre otros, disminuir los autos de prisión, aplicar medidas alternativas al encarcelamiento, y exigir a los jueces que justifiquen las decisiones de privación de libertad para los jóvenes. Cabe mencionar que en Antananarivo solo hay cuatro jueces para menores, lo que es absolutamente insuficiente. Por tanto, la justicia carece de medios y de tiempo”. Continúa Hélène Muller, creadora también del cómic “Mis derechos en prisión”.
Desde enero de 2016, Grandir Dignement, junto con la ONG Presos sin Fronteras (PRSF), inició un nuevo programa en Níger para trabajar con cerca de 170 menores recluidos en los seis establecimientos en los que intervienen las dos asociaciones. Igualmente, con las mismas prerrogativas y campos de intervención, la asociación se ha implantado en Francia para continuar su labor con los 700 menores recluidos en las cárceles del país.