Maha Aon. Se trata de un tema complejo, sin lugar a dudas. Sin embargo, el hecho de que la iniciativa surgiera de las mismas autoridades penitenciarias marroquíes, facilitó el trabajo de investigación. Las prisiones del país observaron un considerable aumento en el número de suicidios, por lo que la administración penitenciaria quería encontrar una manera de abordar el problema. Cuando iniciamos la investigación, pronto nos dimos cuenta de que la mayoría de los estudios existentes provenían de países occidentales de altos ingresos. Por lo tanto, al suicidio ser un fenómeno a la vez íntimo y cultural, nos pareció inapropiado transmitir a Marruecos las prácticas recomendadas en Estados Unidos o Australia, por ejemplo. La investigación surgió entonces de la necesidad de conocer la situación precisa del país para poder aportar una respuesta adecuada.
La administración penitenciaria llevaba registros de todos los casos de suicidio que habían tenido lugar en los últimos años, así que no tuvimos que empezar de cero. Sin embargo, estos registros parecían llevarse más por motivos de seguridad y no como parte de una investigación sanitaria exhaustiva, por lo que no contenían la información necesaria para implementar medidas preventivas. Por ejemplo, para referirse a los objetos que usaban las personas para autolesionarse, se mencionaba “objeto afilado de fabricación manual”. Esta descripción es muy vasta y puede hacer alusión a cualquier cosa: un trozo de bandeja roto, un teléfono, etc. No obstante, en función del objeto, las implicaciones en materia de prevención no son las mismas. La falta de precisión de los registros fue uno de los principales obstáculos.
También tuvimos que hacer frente a la reticencia del personal penitenciario para reportar las autolesiones. Muchos de ellos pensaban que los reclusos se hacían daño con el fin de manipular a las autoridades. Como resultado, solo se tomaban en serio los casos en los que se presentaban heridas físicas graves, que provocaban un sangrado abundante o el desvanecimiento de la persona, y las autolesiones menos graves no siempre se inscribían en el registro.
Esta situación se debe, en gran parte, a que las autoridades no habían establecido una definición precisa para el suicidio o las autolesiones. El concepto del suicidio puede parecer obvio, pero cuando empiezas a desglosarlo, te das cuenta de lo difícil que es definirlo. ¿Qué pasa si una persona muere tras una huelga de hambre? ¿Se considera suicidio? La primera parte de nuestro trabajo consistió entonces en formular dichas definiciones.
Para nosotros era importante construirlas a nivel local, en lugar de utilizar las de otros países o las de un diccionario, ya que el tema de las autolesiones comprende una dimensión cultural considerable. En un comienzo, propusimos la expresión automutilación, usada en Francia. Sin embargo, la administración penitenciaria no estuvo de acuerdo, pues implicaba un daño físico directo, y algunos casos podrían excluirse. Por ejemplo, ¿qué pasaría con una persona que se ha tragado una pila? No se trata de una mutilación, pero, ¿sigue siendo autolesión? Hubo todo un debate espiritual acerca del “yo” y de su significado: ¿es el cuerpo?, ¿es el alma? Las autoridades marroquíes sugirieron entonces la expresión “daños contra la integridad física”, lo que implica lastimar la integridad de su cuerpo.