La oscura sombra de la pandemia comienza a disiparse y las restricciones se levantan una a una. Con el clima de normalidad que se instala, viene un sueño de libertad y la esperanza de volver a la vida de antes. Sin embargo, pocas cosas han mejorado. Para las personas privadas de libertad, el confinamiento es permanente; algunas siguen esperando su traslado y otras llevan más de dos años sin ver a sus seres queridos. ¿Y ahora qué?
La disminución de la población carcelaria que se observó en el momento crítico de la pandemia fue pasajera, y lo peor es que las cifras se han disparado de nuevo. Para la opinión pública, las privaciones por las que tuvo que pasar no son más que un simple recuerdo. Entonces, ¿cómo seguir hablando de prisión cuando todos sueñan con la libertad? Una tarea ingrata en medio de una situación paradójica.
Desde su creación, Prison Insider se ha comprometido a documentar las condiciones de reclusión de toda la población carcelaria, sin excepción. Por eso, evitamos ceder a la tentación de concentrarnos en ciertos grupos que generan mayor empatía, como los presos políticos o de opinión. Estimamos que la jerarquía entre los reclusos no existe y que los derechos humanos son indivisibles. Nos negamos a elegir entre los excluidos. Por otra parte, también es necesario que cuestionemos el funcionamiento de las sociedades, pues la penalización de las incivilidades y de la marginalidad han aumentado la habitual sobrerrepresentación de los pobres en prisión. Al querer condicionar a todos los ciudadanos a la docilidad y al socavar la igualdad en materia de derechos, estamos tomando grandes riesgos.
Prison Insider consolida su trabajo de fondo en diversos aspectos: publicaciones, actualizaciones, desarrollos informáticos, el Prison Life Index, etc. Estas, y muchas más, son la prueba de nuestra preocupación por la situación de las personas privadas de libertad, donde quiera que se encuentren. Le explicamos todo en este informe.