Más que abarrotadas

La mayoría de los países del mundo excede la capacidad de sus prisiones, lo que impide a la administración penitenciaria ofrecer condiciones de vida dignas a las personas que tiene bajo su custodia. Así pues, los reclusos sufren día a día de una privación de alimentos, atención médica, medicamentos, trabajo y actividades.

En Guinea, la prisión de Conakry alberga a 1600 personas en un espacio diseñado para menos de 400. Los reclusos mueren de malnutrición y desnutrición, por falta de una alimentación adecuada y suficiente. Algunas organizaciones gubernamentales tratan de paliar este problema y ponen en marcha programas para completar las exiguas raciones diarias. En Filipinas, la prisión de Quezon City aloja a 4000 reclusos en 800 plazas. Los reclusos tienen que dormir en la cancha de básquetbol y en los pasillos de las instalaciones, por falta de espacio.

La sobrepoblación impide garantizar la seguridad de las personas y contraviene todas las normas internacionales. En Comoras, la prisión de Moroni aloja en un mismo espacio a autores de infracciones sexuales, presos políticos y menores. En Togo, la separación de los reclusos mayores y los menores tampoco es efectiva, lo que convierte a estos últimos en víctimas de violencia, malos tratos y abusos.

En Haití, la Penitenciaría Nacional de Puerto Príncipe tiene cuatro veces más reclusos que plazas. Y aunque el 10 % de la población reclusa sufre de tuberculosis, la sobrepoblación no permite aislar a las personas ni brindarles un tratamiento adecuado.

En Europa, las personas residen, en promedio, en una vivienda de 102 m2 ─Francia se acerca a esta cifra─. Sin embargo, este es lejos de ser el caso de la población reclusa. En la prisión de Toulouse-Seysses, por ejemplo, tres personas comparten una celda de 11 m2. Los reclusos tienen que dormir en colchones en el suelo, lo que reduce su espacio personal a menos de 2m2. Las instalaciones son insalubres y en ellas proliferan los chinches y las ratas. En la noche, los reclusos se tapan los oídos con papel higiénico para que no se les metan las cucarachas.