HOY QUE UCRANIA ha sido objeto de un nuevo ataque militar por parte de la Federación de Rusia, resulta necesario garantizar la seguridad de los grupos más vulnerables de la población civil. Uno de estos grupos lo conforman personas sujetas a la responsabilidad de las autoridades estatales, a las que no se les permite abandonar el lugar en el que se encuentran sin una autorización judicial, una decisión administrativa o una disposición particular. Se trata de niños que permanecen en centros especializados, personas de edad avanzada que viven en hogares geriátricos, pacientes internados en hospitales psiquiátricos o centros de salud mental, y personas privadas de libertad en diferentes centros penitenciarios. Si el conflicto armado llegara a intensificarse, estas personas, que podrían ser decenas de miles, no tendrían ninguna posibilidad de ponerse a salvo por sus propios medios.
Si la historia reciente sirve de precedente, entonces existen verdaderas razones para preocuparse. En 2014-2015, durante los combates que azotaron la pequeña ciudad de Chornukhino, en la región de Donetsk, el personal del centro penitenciario de Chornukhinska n° 23 escapó sin alertar a los reclusos del peligro inminente y sin darles ninguna instrucción.
Las 700 personas privadas de libertad del centro, entre ellas varios enfermos de tuberculosis y VIH que necesitaban tratamiento médico, quedaron abandonadas a su suerte.
Cuando comenzaron los bombardeos en el centro ─lo que supone una violación del Derecho Internacional Humanitario (DIH), que prohíbe los ataques contra la población civil─ varios reclusos escaparon. Algunos de ellos terminaron en campos de minas y murieron, otros fueron capturados por las milicias locales prorrusas y enviados a cavar trincheras y a combatir por las “repúblicas” separatistas de Donetsk y Lugansk. Algunos, sin embargo, lograron llegar a los puntos de control del Ejército ucraniano y fueron enviados a diferentes prisiones situadas en territorios controlados por el Gobierno.
Esta información me la facilitó un recluso durante la visita a una prisión de la región de Donetsk que realizamos en la primavera de 2015 en el marco del Mecanismo Nacional de Prevención. Por suerte, el hombre, que había vivido en carne propia algunos de estos sucesos, logró sobrevivir y llegar a un punto de control ucraniano.