EXACTAMENTE a las seis de la mañana, el rugido de una sirena, que podría despertar hasta a un sordo, te hace saltar de la cama. A partir de ese momento, tienes diez o quince minutos para ir a desayunar; a la dirección del establecimiento le tiene sin cuidado si necesitas ducharte o vestirte.

La higiene matutina tiene que ser muy breve, ya que hay una larga fila para utilizar el lavabo y el inodoro. Solo hay cinco lavabos para 120 reclusos, así que es toda una hazaña si logras ser lo suficientemente eficaz para terminar esta rutina y poder ir a desayunar a tiempo.

¿Por qué hay que correr? Porque las puertas abren solo entre diez y quince minutos y, al salir del área de las celdas, hay una multitud de gente que va en dirección del comedor. Al llegar allí, puedes ver entre 200 y 300 internos apretujados que intentan entrar; todos tratan de alcanzar la cinta transportadora llena de recipientes de aluminio. Tienes que agarrar algo rápidamente, puesto que es imposible pensar, si quiera por un segundo, lo que deseas comer.

No sé cómo llamarlo, pero llamémoslo comida en recipientes de aluminio: macarrones apelmazados, dos o tres sorbos de té servido en el mismo recipiente y un trozo de pan negro, que ni siquiera es negro sino gris azulado.

Después de comer, debemos regresar a las celdas con la misma rapidez.
Luego, debes esperar a que hagan el recuento, que comienza entre 8:30 y 9:00 a.m. y se lleva a cabo de la siguiente manera: salimos del módulo al patio, sin importar las condiciones climáticas; nos formamos en filas de cinco personas para que puedan contarnos fácilmente; se verifican todas las identificaciones de los reclusos del módulo.

Dispones de un poco de tiempo libre antes del almuerzo. Durante ese tiempo, puedes hacer cualquier cosa, menos acostarte en tu cama. Solo te puedes sentar en la silla que está junto a la cama. Si un guardia te llega a ver acostado, lo reportará a la administración del establecimiento y te catalogarán como un malicioso infractor del régimen de reclusión. Por consiguiente, te enviarán a la comisión disciplinaria, te prohibirán recibir paquetes del exterior y te retirarán del programa de visitas. En el peor de los casos, te enviarán a una celda de castigo por un periodo de entre tres y quince días.

Unas cuantas palabras con respecto a la celda de castigo. Es una habitación de 2m x 3m completamente alicatada; hay una pequeña ventana casi a la altura del techo que no te permite ver hacia afuera. Desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, las camas están atadas a la pared, y el único lugar en el que te puedes sentar o acostar es en el frío suelo.

El almuerzo se toma entre la 1:00 y las 2:00 p.m. La organización es más sencilla, ya que la mayoría de reclusos están en la zona industrial, donde se encuentran los talleres. Esta área está ubicada fuera de las instalaciones de la prisión y está rodeada por vallas. Los reclusos están obligados a trabajar en los talleres en tres turnos diferentes. Puedes negarte a trabajar, pero podrías terminar en la celda de castigo. El almuerzo consiste en una sopa de repollo y las legendarias gachas —que nadie sabe de qué están hechas─. Después de comer, tienes un poco de tiempo libre. A propósito, olvidé mencionar que la electricidad de los módulos se corta inmediatamente después del desayuno hasta las seis de la tarde.
Entre las 5:00 y las 6:00 p.m. se sirve la cena, que consiste en una porción de fideos pegajosos y un trozo de pan. En seguida, se realiza un nuevo recuento, igual al de la mañana: en el mismo patio y con el mismo número de personas por fila.

Una vez que vuelven a suministrar la electricidad, la vida comienza en los módulos. Si miraras desde el exterior, pareciéramos atletas esperando en la línea de salida, listos para correr hacia la salida y la cocina. La cocina es un barracón de 4m x 4m con una estufa de un lado y unos armarios de hierro del otro, llamados “celdas”.

Si ya no tienes nada que hacer en la cocina, puedes ir a relajarte y ver televisión en la sala “Len.room”. “Len” significa Lenin y se refiere al lugar dedicado al ocio y a la formación política.

Esta sala nos brinda un gran alivio psicológico tras los duros días que vivimos.

Las noches son el mejor momento; puedes hervir un poco de agua para prepararte un té, o puedes ponerte de pie y ver televisión. ¿Por qué digo ponerte de pie? Porque en los bancos solo caben 50 personas y en la habitación hay hasta 120. Bueno, después de ver una película y beber té, a las 10:00 p.m. es la hora de ir a dormir. Todo el mundo tiene que estar en su cama para que el guardia pueda contarnos. Se apagan las luces, podrás quedarte dormido y despertar el día siguiente, un día que será igual al que viviste ayer.