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Fuente: Vertice
Ver el panoramaVenezuela: Los sobrevivientes de Franklin Masacre
Franklin Paul Hernández Quezada, se llama. Le conocen como Franklin Masacre, sin duda un gran alias para un jefazo criminal. Porque eso es: un individuo con múltiples entradas y salidas de la cárcel que un día decidió que la mejor forma de hacer negocios era tomar el control de una prisión. Y le fue bien durante un tiempo.
En Venezuela la jerga de los delincuentes inventó un vocablo para nombrar a quienes de verdad mandan en los centros penitenciarios: pran. No importa ya cómo surgió, las explicaciones sobran y se enredan: en este país todo el mundo sabe lo que es un pran.
En diciembre de 2015 Franklin Masacre entró por voluntad propia a la Penitenciaría General de Venezuela, una cárcel ubicada en San Juan de los Morros, en el estado Guárico. Entró como visitante y con un plan bien trazado. Conocía el lugar: allí estuvo interno entre 2003 y 2011 condenado por robo. En su prontuario hay mucho más: su expediente policial lo identifica como secuestrador, extorsionador, ladrón y homicida. Su pasantía por la PGV –hacinada como todas las prisiones venezolanas- le habría permitido entender que allí estaría más seguro que afuera y además vislumbrar un nuevo emprendimiento: el control del espacio, de la comida, de la cuota para mantenerse vivo, del derecho a dormir, a respirar, del paso de drogas, de alcohol… La nota policial cuenta que entró, asesinó al pran que estaba allí y montó su “gobierno”. Así le dicen al régimen: gobierno. Y para eso se trajo a los suyos: otros más que vinieron de la calle.
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