MN. La primera dificultad de las Comisiones de Vigilancia es encontrar miembros. Siempre estamos buscando voluntarios, ya que hay una rotación considerable; alrededor del 20 % de las personas se retiran al cabo de cierto tiempo, bien porque buscan otra cosa, se trasladan, o porque ya no están disponibles. Se trata de un movimiento continuo, pero en mi opinión bastante útil y pertinente. Las prisiones suscitan muy poco interés en general. Sin embargo, el hecho de que las comisiones se renueven de manera regular hace que cada vez más personas se impliquen en el mundo carcelario y se preocupen por la suerte de los reclusos.
A través del trabajo de las Comisiones de Vigilancia y de informes exhaustivos, intentamos capitalizar las observaciones realizadas e intervenir ante el Parlamento o el ministro para impulsar nuevos cambios. Nuestro trabajo alimenta con frecuencia los debates parlamentarios, y el Gobierno toma en consideración nuestras recomendaciones, aunque no siempre sea tan sencillo.
Bélgica tiene un Gobierno de coalición de siete partidos diferentes con un sistema de mayoría. El margen de maniobra de cada partido es relativamente pequeño, y no se puede orientar demasiado al ministro de Justicia hacia uno u otro proyecto.
En cuanto al derecho a presentar denuncias, la oposición de ciertos directores de prisión confirma que, sin lugar a dudas, su introducción ha permitido combatir la arbitrariedad y hacer evolucionar ciertas cosas. El número de quejas por cuestiones que atentan contra la dignidad, como los cacheos, es relativamente alto en comparación con otros incidentes. Es entre este tipo de denuncias que la mayoría se consideran fundadas.
Las quejas relativas a las condiciones de reclusión, por ejemplo, la sopa que llega fría a las celdas o las instalaciones insalubres, se consideran a menudo inadmisibles, ya que las Comisiones de Denuncia tienen muy poco control sobre estos asuntos. En resumen, las personas privadas de libertad pueden presentar denuncias por decisiones de la dirección que les incumban, como una sanción disciplinaria o algún trato que se les inflija, pero no con respecto a las condiciones de reclusión. El país no dispone de un sistema judicial adecuado que permita garantizar unas buenas condiciones de vida en prisión. En razón de esta catastrófica situación jurídica en Bélgica, los reclusos tienen la posibilidad de quejarse ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), sin embargo, muy pocas personas conocen este derecho. Y esto es algo que tiene que cambiar.