Samira Figuigui. El sistema penitenciario canadiense consta de dos tipos de instituciones: por un lado, las cárceles provinciales o territoriales para los condenados a penas inferiores a dos años, y por otro, las penitenciarías federales para las penas de dos años o más.
La arquitectura, el funcionamiento y la salubridad de los centros penitenciarios provinciales son similares a los de las cárceles (“Maisons d’arrêt”) en Francia, en las que hay problemas de sobrepoblación y muchas veces se recluye a varias personas en una misma celda.
Quebec contempla la posibilidad de cumplir una condena de manera discontinua, en particular los fines de semana, según el perfil de la persona y el motivo de su condena. No obstante, esto puede resultar en una masificación puntual los fines de semana. Por ello, no es raro ver personas encarceladas en el gimnasio con colchones en el suelo y en condiciones de reclusión precarias. Asimismo, el hacinamiento, la insalubridad y la falta de dignidad pueden provocar tensiones entre los reclusos y con el personal.
Los dos tipos de instituciones distribuyen a los reclusos en tres niveles de seguridad: mínima, media, máxima. En Quebec, por ejemplo, las personas que llegan a una penitenciaría pasan primero por un centro regional de recepción que se encuentra en el complejo carcelario de Sainte-Annes-des-Plaines.
Durante tres meses, se evalúa a la persona con respecto a las infracciones cometidas, se comprueba si tiene antecedentes, problemas de salud mental o física, trastornos diversos, etc. y se define su grado de peligrosidad, así como su capacidad de adaptación al entorno carcelario. Esta evaluación determina el tipo de establecimiento al que se trasladará la persona.
En general, en los casos de homicidio, ya sea involuntario o no, las personas son recluidas en un centro de máxima seguridad. Al cabo de dos años, se reevalúa al recluso, lo que le permite tener la posibilidad de bajar al grado de seguridad media y así sucesivamente.
En cuanto al cambio de régimen, las autoridades evitan enviar a un recluso a un tipo de seguridad más elevado. En media hay un nivel de libertad notablemente mayor. Se tiene, por ejemplo, la posibilidad de ir a trabajar. En máxima el recluso sale muy poco de su celda. Una persona encarcelada en media que se encontrara de repente en máxima sufriría un shock psicológico aún mayor que el de la encarcelación inicial.