ACAT. A pesar de ser una exigencia internacional, en casi ningún establecimiento existen celdas reservadas para las mujeres que permanecen con sus hijos en prisión. La única excepción es la prisión de Abiyán. En los demás centros, las mujeres y sus hijos tienen que compartir celda con otras reclusas, y no se benefician de ningún régimen especial ni en materia de alojamiento ni de alimentación. Cuando el padre no está en prisión, por lo general, se le concede la custodia de su hijos. Sin embargo, en la práctica las cosas son más complicadas, ya que a menudo a la administración penitenciaria le cuesta identificar a la familia. De este modo, para evitar el abandono del niño, se deja en prisión con su madre.
Hicimos, por ejemplo, el seguimiento de una mujer que pasó tres años en prisión y que ingresó mientras estaba en embarazo. La niña, que pasó sus tres primeros años de vida en ese lugar y que no conocía otra cosa, preguntaba: “¿Esto es Abiyán?” cada vez que iba a la oficina del director.
Las chicas menores de edad tampoco se alojan en celdas específicas y tienen que compartir celda con las reclusas adultas, salvo en Abiyán. Las mujeres y las niñas salen al patio a la misma hora, comen en los mismos platos y reciben el mismo trato.
Todas las prisiones ofrecen a los menores un Servicio de Protección Judicial de los Niños y los Jóvenes (SPJEJ). Pero, en lo que respecta a las condiciones materiales de reclusión, no hay ninguna diferencia. La escolaridad de los menores reclusos es un desafío que la ACAT se esfuerza por superar. En Côte d’Ivoire, la educación es obligatoria hasta los 16 años y muchos jóvenes con edad de ir a la escuela se encuentran en prisión. Sin embargo, aparte de algunos módulos de alfabetización y el acceso a una biblioteca (en trece establecimientos), los jóvenes no pueden seguir ningún curso. Además, si un menor sale de prisión después de haber cumplido 16 años, solo podrá retomar sus estudios si sus padres aceptan financiarlos.
A veces, de manera excepcional, logramos inscribir a los chicos a ciertas pruebas, que pueden pasar con otros estudiantes. Sin embargo, la situación es muy humillante para ellos, ya que el personal penitenciario está presente durante los exámenes. Además, es muy difícil preparase para las pruebas en prisión, por lo que casi nunca las aprueban.