“Las muertes en prisión deberían ser un asunto público”

Clara. Sí, la prisión mata. Según las estadísticas federales suizas, en 2023, se registraron 20 muertes en prisión; ocho de ellas por suicidio. Esta cifra indica el número de decesos, pero la muerte puede entenderse en un sentido mucho más amplio. La prisión marca la muerte económica de una persona, la muerte de su salud, y de sus relaciones afectivas, amorosas y amicales. La prisión es el fin de todas estas cosas que son imposibles de contabilizar, y si no te mata, en el propio sentido de la palabra, lo hace en sentido figurado. En Suiza, el objetivo oficial de la prisión es el de la reinserción. Pero al no haber logrado llevarlo a buen puerto, su única función es la de castigar mediante la destrucción. El ingreso en prisión afecta de manera profunda a las personas y sus familiares, y, para muchos, la privación de libertad es sumamente violenta. A diferencia de la creencia popular, la tasa de mortalidad en las prisiones suizas es demasiado alta, en particular, la tasa de suicidio. Suiza figura entre los diez países europeos en los que más personas se quitan la vida. Esto demuestra que, en efecto, es la prisión la que los mata.

Denise Delours. En Francia, la administración penitenciaria central no comunica el número de muertes en prisión. Sin embargo, gracias a la ayuda de nuestras redes, logramos contabilizar un centenar de decesos al año, tanto por enfermedad ─con frecuencia en el hospital─ como por suicidio. En conclusión, el número de personas que mueren en prisión es muy alto. Aunque, para matizar la respuesta, cabe señalar que las personas frágiles y con tendencias suicidas pueden recibir atención particular durante su encarcelamiento. Muchos afirman que el paso por la prisión es mortífero para la persona privada de libertad y sus familiares, pero lo que viene después también lo es.

DD. Desde hace 16 años, organizamos un homenaje público anual en Francia, en el que revelamos el número de personas fallecidas y sus nombres, cuando los sabemos. A menudo, solo conocemos su edad o la prisión en la que se encontraban. Durante el evento, presentamos testimonios de miembros de asociaciones, del personal penitenciario o de personas cercanas a los difuntos. Luego, de manera simbólica, ponemos una flor en un jarrón por cada una de las personas fallecidas. Se trata de una celebración que nos permite humanizar a aquellos que han perdido la vida en prisión. Este año, el evento tendrá lugar al final de la primavera en una plaza parisina.

Cada una de las asociaciones miembro del colectivo aboga por la mejora de las condiciones de reclusión, pues no es posible cuestionar la muerte en prisión sin cuestionar la vida en prisión. Sin embargo, es muy difícil movilizar a la sociedad en torno a los decesos de personas privadas de libertad, que parecen a menudo un fenómeno marginal con respecto a los demás aspectos de la reclusión. Las muertes por suicidio son un problema del que la administración penitenciaria es consciente, pero, a pesar de nuestras repetidas sugerencias, la cuestión sigue sin abordarse. Es una pena, ya que los capellanes, el personal, los psicólogos y los médicos, por ejemplo, podrían recoger mucha información y estudiarla para proponer acciones concretas. La palabra “muerte” es tabú en prisión; no se menciona, a pesar de que también hay suicidios entre los guardias. Cuando preguntamos sobre la relación entre los suicidios del personal, los suicidios de reclusos y el impacto del sistema penitenciario, la respuesta es muy negativa. La administración no parece entender por qué planteamos esta pregunta.

Nos cuesta conseguir que los medios de comunicación se interesen en este tema. Con regularidad, nos dirigimos a la prensa nacional y local, sin resultado. No hay ganas ni voluntad de hablar de ello, a diferencia de las muertes de personas sin hogar, por ejemplo.

C. Hemos creado una cuenta de Instagram llamada “la prisión mata” (la prison tue), en la que hacemos una publicación cada vez que nos enteramos de la muerte de una persona privada de libertad. Especificamos el establecimiento en el que estaba recluida y su edad, si la conocemos. Elegimos Instagram porque es la plataforma que más consultan los jóvenes y porque cada vez hay más cuentas de organismos públicos. También estamos creando una página web que nos permitirá ofrecer contenidos más diversos y llegar a un público más amplio. El objetivo de este trabajo es sensibilizar y, de forma más general, luchar contra el recurso a la prisión.

En nuestra cuenta, también compartimos información sobre los decesos que ocurren en otros lugares de detención, lo que nos ha permitido comprobar, con tristeza, que la muerte de personas reclusas suscita mucho menos interés. Las publicaciones sobre muertes bajo custodia policial reciben más atención y más likes, pues para el imaginario colectivo, los que mueren en prisión se lo merecen, por haber cometido un delito. Esta visión es errónea, ya que las personas que fallecen se encuentran, por lo general, en prisión preventiva, es decir, en espera de juicio. De todas maneras, aunque se haya pronunciado una sentencia, la condena nunca será a muerte. Pero la razón no parece disipar esta falsa idea de que, una vez en prisión, la persona merece morir.

DD. Por varios años tuvimos una buena relación con la administración penitenciaria francesa, lo que nos permitió recabar información. Pero ese ya no es el caso hoy en día. La administración se volvió opaca con respecto a ciertos temas, lo que demuestra que algo va mal. Cada vez hay más personas privadas de libertad y el personal es insuficiente. Ahora conseguimos la información de otra forma, a través de diferentes redes. La colecta de los nombres de las personas fallecidas se hace de manera manual, uno por uno, por ejemplo. Es un método bastante imperfecto, pero por el momento no tenemos una mejor opción.

C. Nuestra fuente principal es la Oficina Federal de Estadística (OFS), que publica un informe anual sobre las muertes en las prisiones suizas. También nos basamos en los comunicados de prensa de los ministerios públicos y las Policías cantonales. Cada cantón tiene su organización y sus prácticas propias, por lo que tenemos que consultar diferentes fuentes para poder estimar las cifras a nivel nacional. También conseguimos información en la prensa, en los fallos de los tribunales cuando se ha demandado una prisión o a través de los testimonios de las personas que han perdido a un ser querido. Pero, nada es automático o transparente, lo que complica en gran medida nuestro trabajo. La OFS no comunica nada con respecto a su metodología, por ejemplo. Según ella, se tienen en cuenta 89 lugares de privación de libertad, entre ellos, las comisarías. No obstante, hay más de 89 comisarías en Suiza, así que no podemos saber en realidad si las personas que fallecen durante la custodia policial se contabilizan en el resultado general o no. Las cifras de la OFS no siempre concuerdan con las que nosotros encontramos. Nuestro colectivo reclama, por supuesto, una mayor transparencia por parte de las autoridades, pero también un mejor y fácil acceso a la información. El objetivo es que se comunique sobre cada deceso y que estos se conviertan en un asunto público. Es importante informar, no solo para detenernos en el hecho de que hubo una muerte, sino para que la gente pueda comprender qué sucedió, dónde sucedió y quién era la persona. Exigimos a las autoridades que asuman su responsabilidad.