Helen Faire. La población carcelaria femenina ha observado un preocupante aumento del 60 % desde el año 2000, con respecto a un 22 % para los hombres.

Las mujeres que se encuentran en prisión a menudo han vivido acontecimientos traumáticos, sufren de problemas de salud mental o adicciones, han estado en situación de calle o han sido víctimas de violencia doméstica y sexual. La privación de libertad no hace más que agravar su angustia psicológica, y los sistemas penitenciarios por lo general no cuentan con los recursos suficientes para brindarles la atención necesaria.

Muchas de las reclusas son madres que han sido las principales, o las únicas, responsables del cuidado de sus hijos. Por lo tanto, el hecho de que se encarcele cada vez más a las mujeres afecta sobremanera a las familias, e incluso a las comunidades.

La mayoría de las razones que explican el acelerado incremento de la población carcelaria femenina tienen que ver con la pobreza. Las mujeres son procesadas de manera excesiva por delitos como el hurto en tiendas, la prostitución y los delitos de drogas de bajo nivel.

Además, su situación de pobreza no les permite pagar las multas ni costear la fianza o la representación legal, lo que hace más probable que terminen prisión. Otras causas son la falta de servicios de apoyo centrados en la mujer, de programas de intervención previa al juicio o de medidas alternativas a la privación de libertad.

También hemos observado una tendencia general al uso de penas de prisión y a una mayor duración de las mismas, sobre todo en caso de reincidencia o de delitos de drogas. Estos sistemas jurídicos cada vez más punitivos han jugado, sin lugar a dudas, un papel en el aumento de la población carcelaria femenina.

HF. Podría afirmar que la disponibilidad de la información ha mejorado desde que lanzamos el World Prison Brief (WPB) en el año 2000. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

El WPB contiene información de 223 países y, hoy en día, solo 33 de ellos produce datos mensuales accesibles a través del sitio web de la administración penitencia o del ministerio correspondiente. Otros cuatro países producen datos trimestrales, y unos 57 publican cifras anuales (incluso a través de encuestas como las estadísticas penales anuales del Consejo de Europa (SPACE)). Para los 129 países y territorios restantes, o bien no existen datos disponibles, o bien estos solo se obtienen a través de artículos de prensa, informes a organismos de la ONU, informes parlamentarios y otras fuentes ad hoc.

En nuestra opinión, esto es inaceptable, por lo que instamos a los lectores a presionar a los Gobiernos y a las autoridades penitenciarias para que publiquen, de manera regular, información oficial relativa a la población carcelaria.

Otro aspecto que resulta preocupante es que muchos países solo comunican el número de personas privadas de libertad, sin hacer ninguna distinción de las diferentes categorías (mujeres, reclusos preventivos, menores, extranjeros, etc.).

HF. En ICPR estamos convencidos de que los Gobiernos nacionales y las autoridades penitenciarias tienen la responsabilidad de publicar información oportuna, precisa y de fácil acceso, sobre el número de personas que se encuentran en sus centros penitenciarios y comisarías. Sin esta información, les será imposible contar con el personal y los recursos materiales adecuados, y ajustar dichos recursos en función de los cambios.

Cuando se deja a las prisiones abandonadas a su suerte, en medio de la sobrepoblación y la falta de recursos, como ocurre en dos tercios de los países del mundo, las condiciones de reclusión se vuelven inseguras y se pone en riesgo la salud de los internos, del personal e incluso de las comunidades. Además, se pierde cualquier esperanza de resocialización y las prisiones se convierten en depósitos inhumanos en los que se pone a las personas al margen de la sociedad.

La transparencia sobre quién está en prisión, por qué razón y durante cuánto tiempo es esencial para garantizar que las administraciones rindan cuentas de sus políticas penales, así como para informar sobre la reforma de políticas específicas. Lamentablemente, todavía estamos muy lejos de alcanzar tal grado de transparencia.