Arnaud Gaillard. Si bien ha habido cierto progreso en cuanto a los derechos humanos de las personas privadas de libertad ─por ejemplo, el derecho al voto─, aún no se ha observado ninguna mejora en las condiciones de reclusión de las prisiones francesas. La sobrepoblación carcelaria es un problema endémico que afecta a las personas privadas de libertad en todos los aspectos de su vida: social, médico, profesional, etc., lo que socava la misión de la prisión, que es proteger a la sociedad y evitar la reincidencia. Tales fallas en el sistema penitenciario resultan desfavorables en todos los sentidos, y solo dan lugar a la violación de los derechos de los reclusos.
En su fallo del 30 de enero de 2020, relativo al caso JMB c. Francia, el TEDH condenó a Francia por tratos inhumanos y degradantes en las prisiones. El dictamen sobre la efectividad de los derechos fundamentales en prisión, que la CNCDH adoptó en marzo de 2022, está en consonancia con la decisión y el razonamiento de los jueces.
Recordemos que, en medio del pánico de la primera ola de la pandemia de COVID-19, las autoridades francesas decidieron descongestionar las prisiones por razones sanitarias. Sin embargo, esta solución excepcional fue muy breve, ya que, al 1 de marzo de 2022, la tasa de ocupación de las cárceles se elevaba al 137.7 %. Hoy en día, hay 1665 colchones en el suelo de celdas sobrepobladas. La reciente visita de una senadora a la prisión de Perpiñán permitió darse cuenta de que, en este lugar, que tiene una capacidad para 105 personas, se encontraban 311 hombres privados de libertad. Es decir, una tasa de ocupación del 296 %.
En la práctica, las recomendaciones del TEDH en el caso JMB aún no se ha aplicado. En una decisión de seguimiento de septiembre de 2021, del Comité de Ministros del Consejo de Europa, los delegados “manifestaron su preocupación con respecto a las últimas cifras, que confirmaban el acelerado y considerable aumento de la [sobrepoblación carcelaria]”. Los ministros “exhortaron a las autoridades a adoptar con celeridad una estrategia coherente a largo plazo para reducir la tasa de ocupación de las prisiones”. De manera más específica, recomendaron “movilizar y reforzar los recursos necesarios para desarrollar medidas no privativas de libertad y, al mismo tiempo, prever nuevas disposiciones legislativas más vinculantes para reducir la población carcelaria”. En su dictamen, la CNCDH, coincide con esta postura y emite una serie de recomendaciones para garantizar el respeto de los derechos fundamentales en prisión.