PI. Después de trabajar como periodista durante 30 años, el año pasado se convirtió Inspectora General de los Lugares de Privación de Libertad. ¿Qué ha cambiado en su vida?¶
DS. Todo. No voy a abordar temas demasiado personales, pero lo cambia todo. En primer lugar, no conocía en absoluto los códigos de la administración y no tenía noción alguna de la jerarquía. Me gusta decir tonterías y reír: ¡eso se acabó! Así que muchas cosas cambiaron. Además es un montón trabajo, pero me gusta. Sin embargo, la libertad que tenía desapareció. Yo soy muy libre en mi discurso, en lo que quiero decir al ministro, en lo que tengo que decir para defender a los reclusos. Pero si digo “estupideces”, esto también se refleja en mi institución y para nada quisiera que eso pase.
Si bien es un cambio vertiginoso, no me arrepiento ni por un segundo. Este trabajo es extraordinario.
PI. ¿Dónde se siente más útil?¶
DS. También podría decirle dónde me siento más inútil… Es absolutamente necesario seguir trabajando en el tema de la sobrepoblación de las prisiones, en la escasa libertad de las personas en las instituciones de salud mental, etc. Yo no creo en la impotencia. Me siento un poco útil en todas partes. Incluso si no es evidente para todos, creo que si no hacemos nada, es fácil decirnos a nosotros mismos “no voy a hacer nada porque no tiene sentido”. Creo que si repetimos las cosas una y otra vez, lograremos algo. Estoy segura de ello.
Por ahora, mi prioridad es la sobrepoblación de las prisiones, que es realmente un escándalo. Cuando pienso en los gobernantes, los funcionarios electos y los parlamentarios que, con su discurso irresponsable sobre la seguridad, reclaman la construcción de más prisiones, me da risa, por decirlo así. Cuando vemos que la prisión de Lutterbach acaba de abrir cuando su construcción fue anunciada triunfalmente por Michèle Alliot-Marie en 2009…
Queda claro que toma 10 años crear una prisión y que esto no va a resolver el problema del hacinamiento. Lo que tenemos que hacer es simplemente enviar a menos personas a prisión.
Es necesario reducir significativamente las comparecencias inmediatas ante los tribunales y aumentar el uso de las medidas alternativas a la privación de libertad. Las comparecencias inmediatas llenan la mitad de las celdas. La mayoría de los acusados termina en prisión preventiva después de una comparecencia inmediata. Es terrible. Los magistrados no tienen tiempo para examinar la personalidad del individuo ni sus garantías. Encontramos allí (al igual que en la cárcel), un número asombroso de personas con poca educación, un número aterrador de niños que fueron echados a la calle. Por eso quiero dedicar mi mandato a los jóvenes… apenas termine con el hacinamiento, crucemos los dedos (risas). Lo sé, da risa, es ambicioso.
Pero, a final de cuentas, todo comienza ahí. Los niños pequeños no tienen voces que los defiendan, no tienen grupos que los representen, no tienen nada. Los lugares donde los colocan suelen ser desoladores… en el mejor de los casos. Mientras leía el libro En el infierno de los hogares de acogida (Dans l’enfer des foyers) de Lyes Louffok , pensé que estaba releyendo el libro de Georges Courtois, el viejo maleante de hace años. Finalmente, hablan de lo mismo, del abuso infantil. Es necesario realizar estudios longitudinales sobre la vida de estos niños, desde su colocación en el Servicio de Bienestar Infantil (ASE, por sus siglas en francés) hasta su comparecencia inmediata ante el tribunal. Claro que no todo es culpa del ASE. Los niños tienen un camino difícil, no empiezan su vida de la mejor manera. Pero deberíamos hacer más por ellos. Estos niños son nuestros niños, son el futuro de nuestra sociedad. Pero en vez de velar por ellos, los colocamos en lugares bajo un control mínimo. Le recuerdo que los hogares infantiles son nidos de prostitución. Los proxenetas ven a los niños en Facebook, les mandan un par de mensajes y los fuerzan a prostituirse… Se ha vuelto casi trivial. Me gustaría cambiar las cosas junto a otras personas que también quieran hacerlo. Si logramos corregir esto y hacer más por aquellos que tienen un mal inicio en la vida, ya será bastante.
Es un viejo debate. Cuando dejé el Canard Enchaîné, mis colegas me dijeron “no te vayas, aquí eres mucho más útil”. Pero no, fui a probar suerte en otro lugar. Todos los temas que trato en la CGLPL los he tratado como periodista, excepto quizás la psiquiatría. No me son ajenos, como tampoco lo es encabezar temas que molestan a todos y que nadie quiere ver. Cuando somos periodistas y abordamos estos temas, nos acostumbrados a escuchar que son aburridos, deprimentes, que carecen de interés, que están hartos de ellos… No es de extrañar, pero después de un tiempo ya no te molestan los comentarios y a mí no me asusta aburrir a todos. Me digo a mí misma que a fuerza de repetir las cosas, terminarán escuchándonos. Por eso creo que es mejor repetir las cosas, decirlas, hacerlas, en vez de no hacer nada.
Mi actitud hacia el poder no ha cambiado. Se lo he dicho al ministro de Justicia, se lo he dicho al presidente, y lo he dicho en el Parlamento: a estas alturas de mi vida, no estoy aspirando a ocupar ningún cargo en particular. Nunca en mi vida he tenido esta ambición; lo único que quería era hacer mi trabajo de periodista, que amaba. No voy a postular a ningun puesto al culminar mi mandato, después de eso lo único que quiero es tranquilidad. Me siento completamente libre en la CGLPL. Este es un mandato de seis años no renovable. No tengo ambiciones políticas. Conozco bien al ministro de Justicia, con el que discutimos todo el tiempo, así son las cosas. Al presidente lo he visto dos veces, una para mi nombramiento y otra para presentar mi informe, pero le digo las cosas como las veo. Me gusta hablar con total franqueza y sin adornos.