TODO VA BIEN SALVO algunos pequeños detalles sin importancia. He recuperado cinco kilos, retomado el deporte, mis cursos por correspondencia y la rutina de la prisión. También juego fútbol en una sala, y en la cancha, entreno con pesas y voy a la biblioteca, a la que prácticamente soy el único que va.

La celda de 9m2 es nueva y cuenta con una ducha y un retrete; la instalación sanitaria tiene una puerta baja de madera; hay un intercomunicador en caso de problemas; el lavabo tiene agua caliente y agua fría, además de un espejo integrado; encima del lavabo hay una lámpara; hay un fogón como en todas las celdas; hay cuatro estantes fijados en la pared, uno a mi altura para poner el televisor, y una cama; hay tres lámparas, de las cuales una se puede prender desde el exterior de la celda para que los guardias puedan controlarla; las paredes son blancas con un panel amarillo pegado a mi cama y una tabla contrachapada para poner las fotos; debajo de la encimera hay un armario que está al lado izquierdo del refrigerador.

Cada uno de los tres módulos de la prisión está equipado con una sala de pesas. Hay dos canchas de fútbol, y una sala para fútbol o básquetbol. Los patios tienen cobertizos para protegerse en caso de lluvia, y hay dos mesas con bancos de cemento y varias barras para entrenarse.

Si bien hay cámaras por todas partes, en los patios también hay puntos ciegos.

Tomo clases por correspondencia y tengo la intención de utilizar mis capacidades intelectuales de manera legal y no solo para desviar las leyes y enfrentarme a los servicios de la policía. Quiero honorar a mi madre, a la que ni siquiera pude ver ni antes ni después de su muerte, debido a la lentitud de los procedimientos judiciales. Estoy decidido a demostrar que Francia, el país de los derechos humanos, no respeta estos derechos. Dependo de mí mismo y mi única arma es mi experiencia y mi pluma, pero, sobre todo, mi determinación. Mi historia lo dice todo.

El departamento de educación lleva a cabo todos los trámites relacionados con la reinserción. Para tener derecho al trabajo, se respeta el plazo. Me he inscrito en cursos por correspondencia con Auxilia para obtener el título de abogado. Estoy esperando la respuesta y las pruebas. Planeo empezar de cero y regresar a la universidad cuando salga de aquí. Como dijo Confucio: “Escoge una profesión que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”. Obtendré este diploma porque el derecho es uno de mis puntos fuertes, al igual que el francés. Así que me concentro en mis objetivos para no perder el tiempo en prisión. Ya he perdido suficiente.

— Prisión y reincidencia¶

En la cárcel, estás en contacto con todo tipo de perfiles y personas que te cuentan sus hazañas, así que terminas con un odio al sistema y una libreta de direcciones completa que, en tu afán de ganar dinero, te lleva a reincidir. La prisión es la escuela de la delincuencia. La única categoría de personas que nadie respeta son los violadores, que suelen ser objeto de golpizas y terminan saliendo rápidamente, gracias a las medidas de adaptación de penas.

El personal de la unidad de salud es profesional y los supervisores son respetuosos.Todavía no he recibido el dilatador bronquial que necesito, pero me dijeron que ya habían ordenado el medicamento; no tengo ninguna dificultad para obtener atención médica o tratamiento.

En términos de higiene y mantenimiento, todos los días limpian las zonas de las ventanas. Tenemos un cubo, una fregona, un cubo con bolsas distribuidas cada mes y un kit de higiene: lejía, crema limpiadora, lavavajillas, esponja. En Baumettes no había nada de eso, era el horror total indigno del ser humano. La limpieza es responsabilidad de los reclusos, los llamados “auxis”. Están los auxiliares de piso, que limpian los pasillos, y los auxiliares de servicio general, que limpian los patios. Para los alrededores, existe un proveedor de servicios externo que supervisa el correcto funcionamiento.

En Europa, todas las cárceles están equipadas con sanitarios, excepto en Bélgica, en el lado flamenco, donde te dan un balde químico. En una prisión donde estuve a principios de los años 2000, éramos seis en una celda y teníamos que compartir los baños. No teníamos privacidad, lo que era muy difícil para mí, ya que tengo muchos complejos. Pero ellos entendieron y siempre me ponen solo en una celda porque me siento mejor. Además, estoy enfocado en mis cursos por correspondencia y prefiero vivir solo. Los baños actuales están en muy buenas condiciones.

En Baumettes, hice varias huelgas de hambre para protestar contra el estado de mi celda. Allá tratan a los reclusos como animales.

Teníamos que hacer una pared con sábanas, pero aquí hay una separación real. Nosotros mismos nos encargamos de limpiar los sanitarios. El papel higiénico lo distribuyen todos los meses, pero no dan suficiente, por lo que hay que comprarlo. Seis rollos cuestan 1€20.

Personalmente, nunca he estado enfermo, gracias a Dios. Nunca me siento directamente sobre el inodoro sin poner papel y, cuando hago pis, tiro de la cadena al mismo tiempo para evitar infecciones. Pero hay bastantes personas que se enferman, sobre todo en Baumettes, donde hay cucarachas, sarna, estafilococo, gatos, ratas. Ese lugar es un asco.

Aquí la comida es mejor que en Baumettes. Sin embargo, prefiero cocinar yo mismo. Para comprar los alimentos, debes rellenar un vale de economato y, una semana más tarde, recibes lo que pediste. Los guardias me llaman “El pastelero del módulo de aislamiento”. Ellos se portan bien conmigo y yo con ellos. Cocino en mi celda con un fogón y varios utensilios: cacerolas, sartenes, etc. ¡Soy muy buen cocinero!

Antes fabricábamos fogones de aceite, utilizábamos dos tubos de salsa de tomate y los moldeábamos como dos bolígrafos, poníamos un pañuelo y dos trozos de hierro para sujetarlo, y llenábamos una lata de atún con aceite. Todo eso hacía una llama, pero era muy malo para los pulmones, así que es mejor tener el hornillo. Esos fogones los utilizamos hasta 2004, creo, o 2006. En esa época, estuve encarcelado en Nantes, Rennes y Angers.
Los hornillos pueden ser peligrosos, en Baumettes, por ejemplo, los reclusos los utilizaban en las peleas. Pero, de manera general, ante el más mínimo problema, te lo quitan.

Desde hace un tiempo, me encuentro en el módulo de aislamiento. Ya no veo el horizonte, vivo solo y no hablo con nadie. No es nada fácil, la soledad es inmensa.

En las mañanas, salgo, solo, de 8h a 9h, a un patio de unos 20m2 rodeado de una malla de alambre. Después, voy a la sala de deporte de unos 10 m2, en la que hay dos máquinas: una para entrenar el torso y otra los tríceps. Luego, regreso a la celda. El almuerzo lo sirven a las 11h15 en bandejas de plástico. En la tarde, la salida al patio se hace de las 14h a las 15h. De nuevo, hago deporte entre las 15h y las 16h, pero hace mucho calor en la sala. Regreso a mi celda para ducharme, puesto que tengo el cuerpo lleno de aceite bronceador. Siempre solo. Puedes hablar a través de las ventanas o gritar a los reclusos de los patios del lado, pero yo solo hablo con dos personas que conocí en Baumettes. Nunca estás en contacto con los demás reclusos, pero siempre tienes encima a tres guardias que te palpan cada vez que sales y entras a la celda.

Todos los días son iguales.