Encarcelamiento parental: un asunto de todos

Paula Akyol. En primer lugar, es importante recalcar que los menores y las familias que viven el encarcelamiento parental no son un grupo monolítico, por lo que no existe una experiencia universal con respecto a esta situación. Al contrario, las consecuencias en cada familia, tanto para los menores como los propios progenitores son únicas. Muchos factores del contexto se juntan con el encarcelamiento de un progenitor: la duración de la pena, la dinámica familiar antes del encarcelamiento, la edad del menor, el tipo de centro correccional y si se trata de un caso muy mediático o no. Estos factores determinarán el impacto del encarcelamiento en los menores y en las relaciones familiares. Para algunas familias, el encarcelamiento de un padre o una madre supone una pérdida de ingresos considerable, para otros, no. Algunas familias permanecen en el mismo hogar, mientras que algunos menores pueden acabar bajo el cuidado del Estado o de otros miembros de la familia.

Aunque existen vivencias muy dispares, el encarcelamiento de un progenitor se reconoce como una experiencia adversa en la infancia (ACE) y puede poner a los menores en riesgo si no reciben el apoyo adecuado. Los menores que tienen a uno de sus padres en prisión no solo se encuentran separados de su cuidador principal, sino que además deben hacer frente a situaciones difíciles. Es más probable que experimenten discriminación, estigma, exclusión social, aumento de la pobreza, inestabilidad, así como una ruptura de los lazos familiares, violencia y acoso.

Aunque vivir el encarcelamiento de una madre o un padre puede afectar la vida del menor, esto no lo define como tal. A menudo se piensa de forma errónea que el comportamiento de los menores es consecuencia directa del encarcelamiento de los progenitores. Por ejemplo, si un chico de 15 años tiene una relación conflictiva con su cuidador, se asume que esto se debe al encarcelamiento de su madre o padre. Sin embargo, también puede significar simplemente que está pasando por una etapa de desarrollo normal como cualquier adolescente de 15 años. Del mismo modo, si un menor está triste, no siempre se debe al encarcelamiento de su progenitor. Un niño nos contó que estaba triste porque su perro acababa de morir y su maestra le preguntó si el encarcelamiento de su padre tenía algo que ver, como si todo estuviera relacionado con esta situación.

Aunque la estancia en prisión no priva a los progenitores de su autoridad parental, sí reduce de manera significativa su autonomía. De hecho, es mucho más difícil para ellos tomar decisiones sobre la vida cotidiana y la educación de sus hijos. Ser madre o padre no se trata solo de amar a sus hijos, sino también de ser responsable de ellos. Si un progenitor permanece en prisión durante mucho tiempo, su sentido de la responsabilidad puede disminuir y la relación menor-progenitor puede incluso invertirse. El menor puede llegar a sentir que es responsable de la felicidad de sus padres, lo que a veces conduce a una especie de sustitución del apego y los roles.

PA. La puesta en libertad suele ser un período muy difícil y confuso para las familias: reajustarse a la dinámica familiar puede resultar muy natural en algunos casos, pero más complicado en otros. Sobre todo, si se ha pasado mucho tiempo en prisión o si las personas han mantenido poco contacto. Además, existen ciertas situaciones específicas de género que pueden hacer más difícil esta readaptación. Por ejemplo, algunos de nuestros miembros que trabajan directamente con menores han observado que los chicos a veces pueden entrar en competencia por el papel de varón dominante cuando el padre regresa a la unidad familiar después de un largo período de encarcelamiento, lo que puede causar mucha tensión.

Por lo tanto, es importante preparar a los menores para el regreso de sus padres. El Consejo de Europa recomienda que se concedan permisos de salida a los reclusos para que puedan prepararse para retomar su papel de padres y asumir las responsabilidades que este conlleva. El Consejo considera esencial, para garantizar una puesta en libertad lo más fluida posible, establecer programas de reinserción antes y después, adaptados a las necesidades específicas de los reclusos que ejercen un rol parental fuera de prisión.

También sería necesario preparar a los familiares para la salida de prisión. Y este por ahora no es el caso, pues no se les brinda ningún tipo de apoyo comunitario. Sin embargo, son ellos los que cuidan a los menores durante el encarcelamiento de sus padres y los preparan para su regreso. Además, este período puede ser muy complicado para estos familiares, que han cuidado de los menores, a veces durante años, y de la noche a la mañana, el padre o madre sale de prisión, y la autoridad parental prevalece sobre todo lo demás.

PA. Según la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, los padres y madres tienen la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo de sus hijos. Por lo tanto, el Estado tiene la obligación de ofrecer apoyo a los padres y madres en el cumplimiento de dichas responsabilidades, cuando ello redunde en el interés superior del menor. Además, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoce el derecho de los menores a tener contacto regular y continuo con el padre o la madre que se encuentra en prisión.

Para garantizar un contacto regular y significativo entre los miembros de la familia y mantener el vínculo entre los hijos y los progenitores, es esencial contar con instalaciones adecuadas para dar cabida a las visitas familiares en condiciones favorables para los menores. Se debe dar prioridad a las visitas cara a cara; una videollamada no es sustitutivo de una visita. También es importante que los progenitores puedan pasar un tiempo especial solo con el menor. Cuando los niños visitan a sus padres en prisión, siempre van acompañados por otro miembro de la familia. Sin embargo, durante estas visitas, las necesidades del menor no están en el foco de atención. Para abordar esta deficiencia, la organización Relais Enfants Parents organiza, en Francia y Bélgica, visitas centradas en los menores dos veces al año, en Navidad y en el Día de la Madre o del Padre. Durante estas visitas, no hay otros miembros de la familia: es un momento privilegiado entre el menor y sus progenitores supervisado por un voluntario de Relais Enfants Parents.

El personal penitenciario debe aprender a tratar con los niños y comunicarse con ellos de manera adecuada. También es necesario que sean conscientes de los beneficios que trae tanto a los padres como a los niños el hecho de mantener los vínculos.

De hecho, en la actualidad, nadie parece sentirse responsable de fomentar las relaciones entre los hijos y los padres. Sin embargo, comprender por qué es esencial mantener estos vínculos podría alentar a las diversas partes interesadas a involucrarse más en este tema.

Las escuelas también juegan un papel esencial, ya que pueden proporcionar apoyo a los menores y sus familiares fuera de prisión y actuar como un puente entre los niños y los progenitores encarcelados. Estamos trabajando en un nuevo proyecto para capacitar a los maestros, al personal escolar y a la administración escolar en general sobre lo que pueden hacer para apoyar y favorecer el mantenimiento de los lazos entre padres e hijos. Un proyecto que se está llevando a cabo en Gales permite a los maestros acudir a prisión para una noche de padres e hijos, donde pueden, entre otras cosas, llevarles los deberes. De este modo, los padres se sienten más involucrados en la educación de sus hijos y los maestros pueden comprender mucho mejor la situación de un padre o una madre en prisión y las consecuencias que esto trae al menor. Los maestros tenderán menos a caer en prejuicios y hablar sobre el tema con empatía y comprensión hacia los niños.