CPA Project. La Wildlife Protection Act (WPA) se adoptó en 1972 con el fin de proteger la fauna salvaje y prevenir la caza y el comercio de los animales y sus productos. Por ejemplo, la caza solo se autoriza con fines educativos o científicos y para defender a una persona o una propiedad. En virtud de esta ley, se han creado zonas protegidas, como parques nacionales y santuarios. Esto significa que, en varios lugares, entrar en una de estas zonas constituye un delito. El problema es que las comunidades indígenas siempre han recurrido a la caza y utilizado todos los medios de subsistencia que se encuentran en los bosques, algo que no se tuvo en cuenta a la hora de adoptar la ley. Como resultado, se terminó penalizando a estas comunidades, cuya existencia depende de la flora y la fauna silvestres.
Por décadas, las comunidades que habitan los bosques lucharon para hacer valer sus derechos tradicionales hasta que, en 2006, se adoptó la Forest Rights Act (FRA), una ley que reconoce los derechos particulares de estas comunidades como guardianes principales del bosque. Pero, además de reconocer sus derechos individuales para usar la tierra, también se les reconoció el derecho de proteger los bosques, la propiedad intelectual sobre los conocimientos tradicionales y la posibilidad de desarrollar actividades en las zonas forestales, incluidas las reservas.
Sin embargo, nuestras investigaciones han demostrado que el Departamento Forestal ─responsable de garantizar el cumplimiento de las leyes forestales─ sigue penalizando a los habitantes de los bosques. Por ejemplo, estas comunidades se dedican a la agricultura y, para proteger sus cultivos de jabalíes y otros animales, a veces levantan vallas alrededor de sus granjas. Esto se reconoce como el derecho de autodefensa. El problema es que, en ocasiones, los animales quedan atrapados en la valla y mueren. El Departamento Forestal considera estos incidentes como caza y enjuicia a los miembros de la comunidad, quienes se enfrentan a un verdadero dilema. Si no construyen una valla y se destruyen sus cultivos, no se les indemnizará, pero si lo hacen, corren el riesgo de que se les acuse de caza. Existen muchos casos de este tipo. Por ejemplo, un hombre encontró una grulla sarus herida (especie protegida por la WPA) y cuidó de ella durante 15 meses. Más tarde descubrió que se habían presentado cargos en su contra por este motivo.
Así pues, la WPA penaliza los derechos de las comunidades, que otras leyes reconocen. Las autoridades se valen de ella para ejercer un control total sobre la vida de los habitantes de los bosques, desde restringir sus movimientos hasta realizar registros sin autorización.