Ashling Tobin. Cerca de 5000 niños padecen el encarcelamiento de su progenitor cada día en Irlanda; se trata de casi 10 000 al año. El encarcelamiento de cualquiera de los progenitores siempre pone a los hijos en una situación difícil. Pero el encarcelamiento de la madre resulta devastador, sea cual sea su edad, y afecta diferentes aspectos de su vida. Las consecuencias varían de un niño a otro y muchas pueden perdurar hasta la edad adulta.
El encarcelamiento de un miembro del hogar se considera una de las diez experiencias adversas en la infancia (Adverse Childhood Experience, ACE). Este repercute en la salud y el bienestar de los niños a largo plazo, así como en su rendimiento escolar y en otras experiencias de vida posteriores. Además, el encarcelamiento de los progenitores se asocia con un mayor riesgo de exposición a otras ACE. Los estudios sugieren que la privación del cuidado parental por esta razón es más perjudicial que otras formas de pérdida y separación. En muchos casos, los niños ya se enfrentan a dificultades materiales y sociales, y el encarcelamiento de la madre solo agrava la situación. A menudo, tienen que lidiar con los mismos problemas que llevaron a sus madres a entrar en conflicto con la ley, como la pobreza, la desestructuración familiar, la violencia y el abuso de substancias.
La separación de la madre suele causar un profundo trauma, alimentado por sentimientos de estigmatización, aislamiento y tristeza. Con frecuencia, la custodia y supervisión de estos niños representa un reto. Cuando no se los entrega a un hogar de acogida, se les confía a los abuelos para que sean sus cuidadores principales. Esta separación crea dificultades para las madres encarceladas que quieren mantener los lazos materno-filiales.
Algunos niños viven con sus madres en prisión, lo que puede tener consecuencias tanto positivas como negativas. Nuestro estudio reveló que permitir que los niños permanezcan con sus madres en prisión puede forjar el vínculo afectivo y reducir la reincidencia. Pero, por otro lado, puede afectar el desarrollo físico y cognitivo de los niños y representar un riesgo para su seguridad .El estudio subraya que las consecuencias del encarcelamiento pueden ser incluso más graves para ciertos grupos específicos. Este es el caso de personas de orígenes étnicos minoritarios, mujeres extranjeras, madres solas, mujeres con problemas de salud mental y mujeres en prisión preventiva.
Los nómadas irlandeses, por ejemplo, están muy sobrerrepresentados en el sistema penitenciario irlandés, pues constituyen el 7.3 % de la población penitenciaria, a pesar de representar solo el 0.7 % de la población general. Este hecho es especialmente acusado entre las mujeres, ya que representan el 14.4 % de la población penitenciaria femenina. Estudios anteriores indican que muchas mujeres de este colectivo han ido a prisión por delitos menores que cometieron por primera vez, como conducción sin permiso, hurtos y delitos relacionados con adicciones.
El impacto del encarcelamiento desde la perspectiva de la maternidad es potencialmente mayor para las mujeres nómadas irlandesas y sus hijos, ya que suelen tener más hijos y a una edad más temprana que la población femenina general. Además, su situación causa preocupación, puesto que, al salir de prisión tienen mayores dificultades para recrear un vínculo con sus hijos que se encuentran en hogares de acogida. Para muchos de ellos, el trauma de la separación es aun más fuerte cuando las familias de acogida no pertenecen a la comunidad de nómadas.