AJ. Esta medida se ha inspirado de las visitas a las prisiones de máxima seguridad estadounidenses. Desde hace unos diez años, se ha venido replanteando la arquitectura de los centros penitenciarios marroquíes. Las instalaciones cuentan ahora con puertas blindadas, vigilancia tecnológica, sistemas para el tratamiento de los datos, medidas de separación, etc. Hoy en día, existen varios establecimientos de máxima seguridad en el país. Esta es la manera que tiene la administración penitenciaria de mantener el control de las prisiones. Una de las medidas que han adoptado las autoridades penitenciarias es la clasificación de las personas privadas de libertad según su nivel de peligrosidad. Aquellos condenados por terrorismo, por ejemplo, se mantienen en aislamiento y no gozan de los mismos derechos que los demás. Tal clasificación tiene graves repercusiones para los reclusos, sobre todo, en términos de contacto con los familiares y con el mundo exterior.
CB. Es el delito el que determina la clasificación, no la pena. No es porque una persona esté condenada a la pena capital que se le clasificará como peligrosa.
Lo que es inquietante para estas personas es que su pena no tiene una duración definida y la falta de contacto con el mundo exterior refuerza el sentimiento de desesperanza. Esto es probablemente lo que ha motivado el suicidio de varias personas condenadas por delitos graves.
La falta de visibilidad sobre los criterios de la separación es preocupante tanto para la sociedad civil como para los reclusos y sus familiares. Varias notas internas explican el sistema de clasificación, pero la sociedad civil no ha tenido acceso a ellas. Por lo tanto, no se sabe si una persona privada de libertad puede, por ejemplo, pasar de una categoría a otra en función de su comportamiento.
JBF. En Marruecos no existe el corredor de la muerte como tal. A priori, las personas condenadas a la pena capital conviven con los demás reclusos y no se aíslan en un módulo específico. Sin embargo, con la clasificación por nivel de peligrosidad, hemos terminado creando una especie de corredor de la muerte. Las personas condenadas a la pena capital en un país en moratoria, viven en una espera interminable, agravada por el aislamiento, lo que ciertos mecanismos de las Naciones Unidas consideran una forma de tortura. Es una situación muy difícil para los reclusos y sus seres queridos.
CB. También es necesario cuestionar la responsabilidad de los actores internacionales, y no solo de las autoridades marroquíes, en cuanto a la aplicación de estos mecanismos de seguridad que aumentan el sufrimiento, el aislamiento y los suicidios de las personas privadas de libertad. Hay muchas imprecisiones en torno a estos modelos penitenciarios que se implementan sin gran reflexión.
JBF. En efecto, es necesario observar y hacer un seguimiento del impacto que pueden tener estos acuerdos de cooperación judicial y penal entre diferentes países.