JAH. Ninguna de las prácticas, leyes o violaciones a las que la ocupación somete a la población palestina privada de libertad son nuevas. La mayoría de ellas existían desde mucho antes del 7 de octubre. Los métodos de tortura y las medidas de detención administrativa se adoptaron bajo el Mandato Británico, y las fuerzas israelíes comenzaron a usarlas en contra del pueblo palestino tras la ocupación de 1948 y la creación de las primeras prisiones. Algunos de los establecimientos penitenciarios que funcionan en la actualidad datan incluso del periodo del Mandato.
Numerosas enmiendas relativas a la población gazatí privada de libertad se han adoptado desde el 7 de octubre de 2023. Estas personas se encuentran ahora sujetas a la Ley de Combatientes Ilegales, que permite a la ocupación detenerlas por meses, sin cargos ni pruebas, encarceladas en campos militares y separadas de las demás personas palestinas. La ley, creada para el pueblo de Gaza, se adoptó por primera vez en 2005, pero no se había aplicado de forma generalizada hasta el año pasado. Las enmiendas incluyen, por ejemplo, la prohibición de las visitas de representantes legales, familiares o cualquier tercera persona durante un periodo máximo de 180 días. Las bases militares cercanas a Beerseba (Sde Teiman) y Jerusalén (Anatot), que la ocupación solía usar para sus incursiones, se han transformado en campos de detención, en los que las autoridades israelíes han construido una especie de jaulas o contenedores metálicos para recluir a las personas palestinas.
Las condiciones de la revisión judicial también se han enmendado con el objetivo de extender el plazo del que disponían para llevar a las personas encarceladas, sin cargos, a comparecer ante una autoridad judicial. Para las personas palestinas de Cisjordania y otros territorios, el plazo era de 12 días, y, para las de Gaza, de 14. Después del 7 de octubre, este periodo comenzó a prorrogarse casi todos los meses hasta llegar a 45 días. Durante este tiempo, las personas encarceladas se someten a interrogatorios y a torturas, sin haber pasado por un tribunal. Las condiciones de los juicios de la población palestina también se han alterado y, ahora, algunas audiencias se hacen por teléfono o videollamada, en lugar de llevarse a cabo en un tribunal. En estos casos, la autoridad judicial se limita a decirles que están en prisión por razones de seguridad hasta nuevo aviso, sin mencionar la duración de su detención. Por otra parte, el periodo de la prohibición de las visitas de la defensa pasó de 180 a 90 días, luego aumentó y volvió a reducirse, así que la duración actual no es muy clara. Estos cambios son muy confusos y se han producido a un ritmo demasiado acelerado. Sea como sea, las fuerzas de ocupación siguen violando sus propias leyes.
Tratos inhumanos y degradantes¶
Las personas menores de edad se alojan en módulos separados. Antes de los ataques de octubre de 2023, una persona adulta privada de libertad se designaba para actuar como intermediaria entre la administración penitenciaria de la ocupación y los niños o niñas. Su misión consistía en distribuirles comida, comunicar con la administración, resolver problemas entre los y las menores o solicitar atención médica. Sin embargo, desde el año pasado, las prisiones han sufrido cambios drásticos y la misión de supervisión adulta se ha suprimido, lo que ha dejado a lo-as menores a su suerte y sin ningún contacto con sus familiares ni con el mundo exterior. La única visita que se les autoriza es la de sus representantes legales una vez al mes o una vez cada dos meses.
En todas las prisiones israelíes se observan altos índices de sobrepoblación. Algunas enmiendas se han aprobado para aumentar la cantidad de ocupantes por celda y, ahora, entre 10 y 14 personas comparten espacios diseñados para cuatro. Las personas privadas de libertad deben dormir en el suelo, sentadas o incluso de pie. El problema de la sobrepoblación también provoca traslados frecuentes, lo que a su vez da pie a torturas físicas y psicológicas, ya que los malos tratos son moneda corriente durante el proceso.
Las condiciones de reclusión han empeorado en el trascurso del último año. Las fuerzas de ocupación confiscan todos los objetos personales y golpean a las personas reclusas durante los conteos, que tienen lugar varias veces al día. Asimismo, la Unidad de Fuerzas Especiales, que en teoría solo interviene en situaciones de emergencia, se envía todos los días a las prisiones para irrumpir en las celdas y propinar fuertes palizas a las personas palestinas privadas de libertad. Las tácticas empleadas por la ocupación revelan una cuidadosa planificación, ya que infligen los golpes en la cabeza o en otras zonas sensibles conocidas por causar el máximo dolor y daño.
Entre el 7 de octubre de 2023 y el 6 de octubre de 2024, al menos 24 personas palestinas murieron en prisión, ya sea como consecuencia de las torturas infligidas o por negligencia médica; sus cuerpos siguen en manos de la ocupación. Muchas personas resultan heridas o reciben disparos durante su arresto, y algunas son utilizadas por las fuerzas de ocupación como escudos humanos al momento de retirarse de las zonas que han asaltado. A nadie se le brinda atención médica en prisión.
Las personas privadas de libertad que sufren de cáncer y otras enfermedades crónicas, como diabetes, casi nunca reciben tratamiento. En los casos en los que sí se les suministran medicamentos, las dosis suelen ser inadecuadas, lo que termina causándoles mayores complicaciones. Desde el 7 de octubre, la propagación de enfermedades en prisión ha aumentado de manera desmesurada. Las personas tenían que usar las mismas toallas y la misma ropa, por lo que casi todo el mundo se contagió de escabiosis. Desde hace poco, las fuerzas de ocupación están proporcionando ropa nueva a las personas. Algunas de ellas, detenidas desde el año pasado, no se habían podido cambiar desde entonces. Al principio, no se les permitía bañarse y se les negaba el acceso a productos básicos de higiene personal, como cortaúñas, cepillos y pasta de dientes. Ahora, en algunos casos, se les autoriza a ducharse una vez por semana.
Las autoridades israelíes someten a las personas palestinas encarceladas a una política de inanición. No se les proporcionan alimentos adecuados, y cuando se les sirve una comida, a menudo tiene pelos, viene sucia o está contaminada con moho. En ocasiones, solo se les da chocolate durante todo el día; un alimento que a pesar de no tener nutrientes y causar complicaciones de salud por el exceso de azúcar, basta para mantenerlas vivas.
Como forma de castigo colectivo y en su ánimo de venganza por los acontecimientos del pasado 7 de octubre, la ocupación ha recrudecido las medidas empleadas en contra de las personas palestinas privadas de libertad. Aunque muchas de ellas estaban en prisión en ese momento y no podrían haber participado en los ataques, a todas se les somete a las mismas condiciones inhumanas de reclusión. Mediante estas brutales tácticas de venganza, la ocupación se ensaña con toda la población palestina. El genocidio que se está produciendo en Gaza, las matanzas que tienen lugar en Cisjordania y las trasgresiones de los derechos de las personas privadas de libertad por parte de las fuerzas israelíes forman parte del mismo problema. El drama que sufren las personas encarceladas está profundamente interrelacionado con la ocupación. La mayoría de las violaciones contra las personas encarceladas se intensificaron después del 7 de octubre, como parte de una estrategia más amplia para privar al pueblo palestino de sus derechos humanos fundamentales.