BL y JM. Los litigios se resuelven de dos maneras: a nivel local, a través de los líderes de los barrios o de los pueblos o de los líderes religiosos; y a nivel judicial, mediante las cortes y los tribunales. Estas autoridades funcionan a veces de maneras diametralmente opuestas, aunque en ambas la confesión juegue un papel crucial.
Recoger pruebas en los casos de brujería y charlatanería es sumamente difícil, así que la mayoría de las condenas se basan en la confesión. A nivel local, las autoridades tradicionales ven como algo positivo e indispensable el hecho de que las personas admitan su culpabilidad. Se percibe como un intento de acercamiento a la víctima y una muestra de respeto a la institución. Por otra parte, las personas que no confiesan pueden ser objeto de represalias e incluso de violencia colectiva. Así pues, lo mejor es confesar para minimizar los riesgos. Al contrario, a nivel judicial, la confesión puede dar lugar a una sentencia, por lo que negar los cargos puede resultar muy eficaz. Esta disparidad entre los dos sistemas complica de manera significativa el ejercicio del derecho a la defensa de las personas inculpadas.
Los casos de PCS son bastante sensibles, ya que pueden suscitar reacciones muy fuertes entre la población. Por lo tanto, los jueces confrontados a ellos deben proceder con mucha cautela para evitar represalias. Estos casos ponen a los jueces en una posición de vulnerabilidad, en la que buscan obtener una confesión a toda costa. Algo que resulta problemático cuando conocemos las prácticas de la Policía y los múltiples fallos del sistema penal centroafricano.
Asimismo, hemos observado un recurso excesivo a la prisión preventiva en el país, que presenta incluso el índice más alto en el mundo. Las autoridades detienen a las personas, pero no celebran los juicios; no se asignan suficientes recursos al sistema judicial; y muchas mujeres acusadas de brujería permanecen en prisión preventiva, mientras sus expedientes duermen durante meses, o incluso años sobre un escritorio. A veces, los jueces y los procesados nos dicen que ir a la cárcel los protege de la justicia popular. Pero, de manera general, el sistema judicial no está preparado para resolver estos casos, que, más que un delito, son el reflejo de varios problemas sociales. Los casos de PCS desacreditan el sistema judicial, que la población ya considera ineficaz.