JICS. Durante los últimos tres años y medio hemos reforzado nuestra presencia en los medios de comunicación, y las personas han comenzado a conocernos. Estamos tratando de ponernos en el foco de atención y suscitar un interés general. No obstante, la opinión pública se muestra reticente debido al alto índice de homicidios que se registran en el país (unos 70 al día). Además, hoy en día solo el 14 % de los homicidios se investiga. Antes de 2011, este porcentaje representaba un 31 %. La imagen de estos delitos violentos es terrible, por lo que es difícil argumentar a favor de penas más cortas. Pero esto es una lástima porque sabemos que las penas cortas no aumentan los índices de delincuencia. En cambio, la sobrepoblación de las prisiones afecta en gran medida el proceso de rehabilitación.
A pesar de todas estas dificultades, hemos mejorado la transparencia y la rendición de cuentas al contratar inspectores independientes. Se trata de personas de la comunidad que visitan la prisión local, gestionan las quejas y nos entregan toda la información colectada. Intentamos encontrar candidatos con conocimientos legales, pero los criterios de selección son flexibles.
La principal condición es que los inspectores formen parte de la comunidad, pues las comunidades necesitan saber lo que sucede dentro de las prisiones. Esto permite a las personas hablar del tema y deshacerse del estigma y la ignorancia que gira en torno a ellas.
Para algunos, este trabajo de tiempo parcial se convierte en su profesión, pues tras un contrato inicial de tres años, siguen postulando una y otra vez. Para nosotros, los inspectores locales son muy valiosos, ya que ellos conocen el sistema. Existe un enorme problema de desempleo en Sudáfrica, así que no tenemos ninguna dificultad para contratar personal. Las dificultades a las que nos enfrentamos tienen que ver más con los recursos, con la capacidad de proporcionales los equipos necesarios como computadores, y con el hecho de trabajar con un sistema electrónico de informes, que a menudo funciona mal.
En 2003, la plantilla era de siete u ocho personas, algunas de las cuales eran funcionarios de la administración penitenciaria. La independencia era entonces dudosa, pero ha mejorado con los años y gracias a los nuevos jueces inspectores. Al inicio, por ejemplo, nuestro CEO era una persona asignada por la administración penitenciaria. El CEO tiene un papel esencial, pues se encarga de la administración y las finanzas del JICS.
Hoy en día, hay 80 personas que trabajan a tiempo completo y 200 inspectores, lo que demuestra el gran progreso que hemos tenido. Además, nos estamos volviendo más audaces. Al principio, el Departamento de Servicios Penitenciarios se resistía a la JICS, pero ha habido un cambio de paradigma. La cooperación de la administración penitenciaria ha mejorado, y aunque sobre el terreno sigue habiendo cierta resistencia individual, hemos dado grandes pasos.