PD. Es imposible evaluar la peligrosidad de un individuo, puesto que no se trata de una medida en sí, como el tamaño, el peso o la frecuencia cardiaca. Todas las personas somos potencialmente peligrosas y a menudo es una cuestión de contexto. Por ejemplo, es sumamente difícil evaluar la comisión de un primer acto violento; hoy en día, en el caso de la violencia intrafamiliar, es casi imposible determinar hasta qué punto es probable que un hombre que amenaza a su esposa, cumpla su amenaza y la mate. En cambio, sí es posible evaluar el riesgo de reincidencia, es decir, la probabilidad de que una persona que ha cometido un delito, vuelva a hacerlo. Se trata evidentemente de una evaluación predictiva que suelo comparar con el clima; aunque las predicciones meteorológicas han mejorado mucho en los últimos 20 años, su nivel de confianza cambia drásticamente con el tiempo. Durante las primeras 48 o 72 horas, el índice de confianza es muy bueno, pero cuanto más lejos en el tiempo, más bajo es el índice; por ejemplo, no se puede predecir con exactitud el clima que tendremos diez días después.
Por lo tanto, es esencial que el experto tenga muy claro lo que puede decir. Podemos hacer suposiciones sobre ciertas cosas, pero hay otras a las que simplemente no podemos responder.
El juez necesita conocer con precisión este factor de certeza o incertidumbre para poder tomar su decisión. Para retomar el ejemplo del clima, si nos dicen “en cinco días lloverá “ con un índice de confianza de dos sobre diez, no es para nada lo mismo que si nos dicen “en cinco días lloverá “ con un índice de ocho sobre diez. En el primer caso, dudaremos en llevar nuestro paraguas; en el segundo, es casi seguro que lo llevaremos. El experto debe ser capaz de dejar en claro los aspectos sobre los que no se puede pronunciar.
Durante la iniciativa popular sobre la cadena perpetua, votada por el pueblo suizo en 2004, tuvimos un debate muy importante sobre esta cuestión. La cadena perpetua pretende encerrar de por vida, sin posibilidad de liberación anticipada, a una persona que se considera incurable y que presenta un alto riesgo de reincidencia. Para pronunciar dicha pena, dos dictámenes periciales independientes deben llegar a la misma conclusión. Sin embargo, las herramientas de evaluación de riesgos disponibles en la actualidad no nos permiten hacer ninguna predicción sobre lo que ocurrirá dentro de 10, 20 o 30 años. Por lo tanto, aunque la cadena perpetua esté consagrada en el Código Penal, en la práctica, la falta de herramientas científicas hace imposible su aplicación.