VI. Los módulos de respeto son un nuevo régimen de reclusión que surgió en España en 2001, en la prisión de Mansilla las Mulas. La iniciativa cobró fuerza poco a poco hasta institucionalizarse e implantarse en todos los centros penitenciarios del país. Estos módulos, que, en 2017, concernían a cerca del 40 % de la población reclusa, se consideran, hoy en día, la piedra angular del sistema carcelario español.
Según las presentaciones oficiales, el objetivo de los módulos de respecto es fomentar la autonomía y el sentido de la responsabilidad de las personas privadas de libertad. Esto supone ciertas exigencias adicionales, inscritas en el reglamento interior, con respecto al comportamiento y la participación activa en la organización y el funcionamiento del módulo. Las personas reclusas solicitan su ingreso a estos módulos de manera voluntaria y la administración penitenciaria se encarga de la selección.
En este régimen, los beneficios se obtienen a cambio de esfuerzos. Las personas privadas de libertad gozan de ciertas ventajas con respecto al régimen de vida normal, como una mayor libertad de circulación y una oferta más amplia de actividades. Pero antes deben comprometerse, mediante la firma de un contrato conductual, a seguir las recomendaciones de la administración, respetar la normativa del módulo (que va hasta regular la cantidad de calcetines permitidos), participar de manera gratuita en las tareas de limpieza y aceptar que el equipo técnico evalúe su comportamiento de manera regular. El incumplimiento de las normas puede dar lugar a una expulsión.
Los módulos de respeto han tenido éxito en otros países, y, desde 2015 se han puesto a prueba en varios establecimientos de Francia. Sus impulsores califican esta iniciativa de revolucionaria y la administración penitenciaria francesa la reprodujo en el marco de sus reflexiones sobre los regímenes diferenciados.
No obstante, implantar este nuevo régimen en las prisiones francesas planteó varios desafíos. En primer lugar, la administración penitenciaria tenía que lograr que los módulos de respeto resultaran atractivos para los reclusos, a pesar de las normas de comportamiento adicionales; para ello se desarrollaron varias estrategias. En segundo lugar, se debían llevar a cabo los cambios arquitecturales que requería su aplicación.
Este régimen se basa en la concesión de privilegios, por lo que es necesario que exista el reverso de la moneda, es decir, lugares donde se prive a las personas de ellos. Esta lógica de diferenciación de los regímenes de reclusión requiere una separación física entre los módulos ordinarios y los módulos de respeto. La introducción de los módulos de respeto también significa que el personal de seguridad debe replantearse sus prácticas profesionales. En otras palabras, ahora que tienen la facultad para evaluar el comportamiento de los reclusos, también deben ayudarlos.
Por último, mis investigaciones sobre los módulos de respeto en Francia y España demuestran que se basan en una sutil combinación de exigencias de comportamiento y privilegios formales e informales que pueden retirarse en cualquier momento. Este sistema del “palo y la zanahoria” incita a los reclusos a autocontrolarse y a someterse al proyecto institucional. Se trata, pues, de un instrumento nuevo y eficaz para “controlar el comportamiento”.