Durante mis seis años de prisión, mis familiares han viajado varias veces de Irán a Türkiye para verme. Pero el Ministerio de Justicia turco nunca ha autorizado sus visitas, lo que pisotea cada vez sus esperanzas.
Una vez, cuando estaba en la prisión de Diyarbakır, el Ministerio autorizó su visita pero, tres o cuatro meses más tarde, me enteré de que la administración penitenciaria les había negado la entrada.
En 2015, cuando estaba en la prisión de Van, mis padres y mis hermanos vinieron de Irán para asistir a mi audiencia, pero el secretario del juzgado les impidió entrar. Las autoridades han denegado varias de sus solicitudes de visita, y muchas otras ni siquiera las han tomado en consideración.
Cuando estuve en Diyarbakır, mi familia presentó los documentos necesarios para poder realizar una llamada telefónica. En esa ocasión, las autoridades extraviaron los documentos e ignoraron todas sus peticiones para entrar en contacto conmigo.
– Las palabras se olvidan¶
El persa es mi lengua materna, pero a medida que pasa el tiempo, lo he ido olvidando. Ya ni siquiera puedo escribir en persa.
Estoy olvidando mi propio idioma. Después de tantos años, he obtenido la autorización para comunicar con mi hermana mayor, pero soy incapaz de hablar con ella porque he olvidado las palabras. ¡Qué vergüenza! Cuando estábamos al teléfono, mi sobrina me dijo que no lograba entenderme.
Con la radio tengo el mismo problema. Las estaciones de radio que transmiten programas persas están prohibidas. Actualmente, en Irán suceden cosas muy graves de las que no puedo enterarme. Aquí me obligan a leer y a escribir en turco.