Türkiye: personas LGBTI reclusas, una vida en prisión

Hilal Basak Demirbas. Las prisiones en Türkiye están establecidas según la estructura binaria de género. Por tanto, la asignación a una u otra prisión depende del género que figura en el documento de identidad. Si una mujer trans no ha completado el proceso de cambio de género, no recibirá el documento de identidad de color rosa que la reconocería como mujer. Sin este documento, se la internará en una prisión para hombres. En el caso de ser la única reclusa LGBTI en el establecimiento, se verá obligada a estar sola. Por razones de seguridad, no se le permitirá asistir a cursos y talleres donde pueda coincidir con los reclusos varones. Si no hay talleres específicos diseñados para ella, no podrá asistir a ningún taller o curso durante su estancia en prisión.

Este problema de clasificación y segregación provoca el aislamiento total de algunas personas LGBTI+ reclusas, quienes también se ven obligadas a permanecer incomunicadas.

En algunas prisiones, las personas trans y homosexuales pueden estar juntas. En otras, no. Las personas lesbianas, bisexuales, trans e intersexuales mantienen oculta su identidad de forma voluntaria para evitar ser objeto de discriminación, correr el riesgo de perder el acceso a sus derechos, que las lleven a pabellones separados o vivir en aislamiento.

HBD. El debate comenzó después de que el Ministerio de Justicia anunciara en 2013 que se abriría una prisión privada para personas LGBTI reclusas en İzmir. Tanto las personas reclusas como las asociaciones LGBTI se opusieron firmemente a esta idea, por varias razones:
La principal prioridad es que la ley turca y el sistema de justicia penal reconozcan a las personas LGBTI, y se aborden los problemas generales. Solo así podrá llevarse a cabo el segundo paso: evaluar las medidas adecuadas para las personas LGBTI reclusas.
Las personas LGBTI reclusas no han solicitado una prisión independiente. Algunas de ellas no han revelado su género o identidad sexual a sus familias y su entorno social. Su asignación a una instalación de este tipo las expondría a la fuerza y las pondría en peligro.

Consideramos que abrir una prisión de este tipo contribuiría a la discriminación, al separar y alejar a la población LGBTI de las demás personas privadas de libertad.

La idea de una prisión independiente se ha debatido y se ha incluido varias veces en el orden del día. Sin embargo, ha permanecido en fase de proyecto y no ha llegado a ejecutarse debido a nuestras opiniones y críticas.

HBD. Todas las personas reclusas, incluidas las LGBTI, pueden enviarnos cartas o contactarnos a través de su familia, su abogado o mediante otras asociaciones. Las personas LGBTI que se encuentran en un centro de régimen abierto tienen derecho a salir una vez cada tres meses, por lo que también pueden venir a nuestra oficina.

Entre las tareas que realizamos destacan: interponer demandas y contactar con diferentes instituciones en cuanto tenemos conocimiento de alguna vulneración de derechos o de malos tratos. También remitimos las peticiones de las personas reclusas a las autoridades: los diputados, el Ministerio de Justicia, la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, la Comisión de Derechos Humanos, y los diferentes comités que supervisan las prisiones.

Del mismo modo, brindamos asistencia y coordinamos las necesidades prácticas concretas de las personas LGBTI reclusas. Los artículos como la ropa, los zapatos y el maquillaje no se venden en el economato de las prisiones y, por lo general, la administración penitenciaria no los provee. La única forma de obtenerlos es a través de los familiares o abogados, pero muchas personas no tienen los contactos necesarios en el exterior.

La CISST recopila y comparte información sobre las necesidades concretas que no se ven cubiertas y pone a las personas reclusas en contacto con las asociaciones que pueden llevarles estos paquetes.

Si es necesario, llevamos a cabo una labor jurídica para asegurarnos de que los paquetes no se queden bloqueados. Nuestro trabajo también consiste en redactar informes sobre las carencias y enviar nuestras publicaciones a las administraciones penitenciarias y a las personas reclusas. Además, documentamos las violaciones de derechos y proponemos recomendaciones normativas.

Somos reconocidos por nuestra experiencia en lo que respecta a los derechos de las personas privadas de libertad pertenecientes a la comunidad LGBTI, y a menudo recibimos solicitudes de reclusos extranjeros. Por ejemplo, la CISST ha estado manteniendo correspondencia con una trans brasileña reclusa durante mucho tiempo. A pesar de tener derecho a ser internada en una prisión de régimen abierto, ella, como mujer trans, no podía estar en un centro de ese tipo con reclusos varones. Por lo tanto, fue internada en un centro de régimen cerrado y tenía derecho a salir cada tres meses. Aprovechó para venir a visitarnos y la asistimos con las demandas administrativas sobre las condiciones de su reclusión. Hace poco fue puesta en libertad y se aloja en un centro de internamiento de extranjeros mientras espera regresar a Brasil. Cuando tuvo problemas económicos, la ayudamos a obtener el apoyo del consulado brasileño. Otra persona trans reclusa que cumplía una cadena perpetua agravada decidió casarse con el hombre de la celda contigua a la suya. Como no tenía ningún amigo ni allegado, la pareja pidió a la CISST que fuera testigo de su matrimonio. ¡Así que también nos llegan peticiones como esta!