WM. Evitamos juzgar a los reclusos, tratamos de actuar con empatía y concentrarnos en lo que se necesita para que su reinserción en la sociedad sea exitosa.
Uno de los principios de Hoogstraten que los reclusos deben trabajar y participar en programas educativos. Últimamente, hay menos personas que quieren trabajar, a pesar de que tenemos mayores conexiones con empresas externas. Los casos de abuso de droga también están aumentando. Nuestra política es que a los que descubrimos dos veces con drogas, los enviamos a una prisión ordinaria. En ocasiones, las empresas rompen los contratos con los reclusos debido a su mal comportamiento. Antes, teníamos dos meses de observación, por lo que el proceso era más gradual. Ahora, con tantas personas que entran y salen, todo va más rápido, lo que hace que las actividades y el seguimiento sean deficientes. Estos factores afectan nuestro régimen y nuestros principios. Necesitamos encontrar un equilibrio para lidiar con estos cambios. Sin embargo, hablando con mis colegas de las prisiones cerradas de Wortel, merkplas y Turnhout, me doy cuenta de que esto está sucediendo en todas partes y que no es solo un problema de las prisiones abiertas.
PC. Es muy importante entender que, por lo general, las personas que cometen delitos tienen una baja autoestima. No creen en sí mismas y han tenido muchos problemas en el pasado. Con el tiempo, comienzan a verse como las ven los demás. Es decir, malas personas que no aportan ni aportarán nada valioso a la sociedad.
Nosotros elegimos no enfocar el programa de rehabilitación en el factor de “riesgo”. Hemos implementado el Modelo de Buena Vida desarrollado por Tony Ward, profesor neozelandés. Se trata de un enfoque que no solo tiene en cuenta el factor de riesgo de los reclusos, sino también sus fortalezas y aspiraciones en la vida. Al considerar únicamente el riesgo que representan los individuos, nos concentramos en los aspectos negativos. Al contrario, si nos orientamos en sus objetivos, su respuesta será mucho más positiva. Nosotros nos fijamos en los dos ángulos. Si los reclusos dicen que necesitan ayuda, un funcionario de prisiones vendrá a brindársela. Sin embargo, la idea no es asistirlo de manera automática.
Uno de nuestros residentes, que había sufrido un trauma, tuvo problemas al principio para conectar con los demás. Con el objetivo de ayudarle a recobrar confianza, el personal identificó sus fortalezas y le ofreció un trabajo. Al ver que le costaba adaptarse a su empleo, un funcionario de prisiones lo acompañó hasta que se sintiera a gusto. Esto le permitió destacar en su trabajo y evitar posibles comportamientos delictivos. Ahora, cada vez que hace algo nuevo, un miembro del personal permanece a su lado. Y una vez que se adapta a su entorno, es mucho más independiente. Este ejemplo demuestra que una persona pudo haber terminado de nuevo en prisión si no se hubiera adoptado el enfoque adecuado. A veces tenemos que leer entre líneas.
Otro ejemplo es el de un recluso condenado a una pena de larga duración, adicto a la metadona. El personal lo ayudó a vencer su adicción y lo inscribió en un programa de formación, tras el que consiguió un trabajo vendiendo materiales de construcción en línea. El recluso impresionó tanto a sus empleadores, que le propusieron firmar un contrato indefinido. Ellos le dieron incluso los muebles que necesitaba para instalarse en su nuevo apartamento. El reconocimiento que recibió por su trabajo en prisión jugó un papel esencial en su recuperación, ya que dejó de necesitar o desear consumir drogas. Al recobrar su libertad, me preguntó si podía regresar de vez en cuando y participar en algunas actividades. Estas personas son un ejemplo para los demás, por eso es importante tenerlas cerca. En mi caso, deseo seguir haciéndolo. Por lo general, los directores de prisión no deben mantener el contacto con las personas liberadas. Sin embargo, este principio tiene sus límites, pues estar presente para ellas y brindarles apoyo es una manera de garantizarles un trato humano. Y yo estoy convencida de que esto reduce el riesgo de recaída.