Tras casi 50 años de impasse, la ministra de Justicia austríaca, Alma Zadić ha anunciado la reforma de las instituciones especiales, que se centra principalmente en el tema de la sobrepoblación. La nueva ley prevé el traslado a una institución especial solo si las personas han cometido un delito castigado con más de tres años de encarcelamiento, excepto en el caso de delincuentes de alto riesgo. Los adolescentes y adultos jóvenes solo se pueden trasladar en caso de delito grave; los delitos de desorden público y las altercaciones ya no darán lugar a estos traslados. La nueva ley también incluye el aumento de las infraestructuras terapéuticas, un mejor equipamiento de los centros de transición , y mejores salvaguardias jurídicas para las personas “alojadas”. Asimismo, se supone que se cambiará la anticuada terminología, y a los internos ya no se les llamará “dementes”.
En este momento, la fecha de implementación aún no está clara. Se suponía que los detalles se decidirían en el otoño de 2021, pero no pasó nada. El Ministerio de Justicia afirma que no puede hacer una estimación de cuándo se podrá poner manos a la obra, aunque aún se trata de un tema de “alta prioridad”, según asegura un portavoz del ministerio; una afirmación que se ha hecho en muchas ocasiones anteriormente. Este posicionamiento ha sido criticado por el Defensor del Pueblo austríaco, así como por la Cámara de Comercio del país, que ya expresaron sus dudas al respecto en la primavera de 2021.
Para Jonas Mayer, la reforma tendría sentido, incluso si llegara tarde. Como ignora cuándo o incluso si saldrá del castillo, piensa que tal vez podría acceder a más terapias, tener más espacio o, quizás, algún día – con un poco de suerte y según su evaluación psicológica– también podría participar en los programas de reinserción. Hasta entonces, intenta aferrarse a cualquier atisbo de esperanza.
Como la mayoría de las personas alojadas en el centro padece enfermedades somáticas o psicológicas, se les considera grupo de riesgo. De este modo, Göllersdorf fue el primer centro jurisdiccional del país en recibir vacunas contra la COVID-19.
Mayer aprovechó la oportunidad inmediatamente, con la esperanza de que tan pronto se reanudaran las visitas, la vacuna aumentaría las probabilidades de reunirse con su hijo, al que no ha abrazado en meses.
Al salir del castillo de Göllersdorfer, dejo atrás a Mayer y a los demás. El cielo aún es azul, las casitas de campo aún son de color pastel, yo aún soy la única persona en la estación de ferrocarril. Lo que me rodea ahora parece otro mundo; tengo la impresión que acabo de salir de una casa encantada en medio de Disney World.