“La opinión pública no entiende lo que es la privación de libertad.” – Jager, psiquiatra penitenciario.
“¿Quién quiere lidiar con la delincuencia y la maldad de la humanidad?” – Seichter, directora de prisión.
“No le importamos a nadie. “– Gruber, recluso.
Al hablar con los reclusos y el personal penitenciario, se percibe un sentimiento de resignación general: el sistema penitenciario no suscita el interés de la opinión pública y, por lo tanto, no hay un afán por cambiar lo que por décadas ha venido funcionando mal.
El desconocimiento del tema y la falta de información son las posibles causas de esta falta de interés, que se traduce innegablemente en unas condiciones de reclusión indignas.
En un mundo como el nuestro, en el que todos los temas son objeto de investigación, la prisión suele pasarse por alto. Esto es rotundamente cierto en el caso de Austria, donde los que desean informar sobre la prisión, se ven confrontados a varios obstáculos.
Los periodistas que intentan investigar el sistema penitenciario están acostumbrados a que se les rechacen sus peticiones para entrevistar a las personas privadas de libertad.
La administración penitenciaria solo concede los permisos si “el contacto tiene un interés para la reinserción de los reclusos, lo que se considera que no es el caso de las entrevistas”, como me lo explicó el Ministerio de Justicia en una de sus negativas.
Blickpunkte, “puntos de vista” era el único diario escrito por personas privadas de libertad en Austria. Sin embargo, en 2016, se forzó su cierre tras un intento de distribuir la publicación fuera de los centros penitenciarios. En aquel entonces, el Ministerio de Justicia emitió un decreto que prohíbe a sus trabajadores asumir funciones que competen a la legislación sobre medios de comunicación, lo que obstaculiza la producción de diarios de las prisiones, ya que a los internos se les permite escribir y diseñar medios de comunicación, pero no asumir funciones de propietarios o editores. Así pues, el decreto hizo que la producción de un periódico entre rejas sea prácticamente imposible.
Por otra parte, los trabajos de los científicos austríacos son a menudo financiados por las instituciones a las que se supone que tienen que estudiar, lo que suscita cuestiones sobre su objetividad y, en ocasiones, imposibilita la publicación de sus resultados.
Una y otra vez se ha impedido la creación de sindicatos de reclusos con el argumento de que el Derecho laboral no regula el trabajo de las personas privadas de libertad.
En un contexto en el que el periodismo, el derecho de asociación y la ciencia se entorpecen a tal punto, no es de extrañarse que el tema de la prisión suscite tan poco interés en la opinión pública.