VS. Nuestras acciones se llevan a cabo según la base de la promoción de la salud de la Carta de Otawwa; hay mil maneras de actuar en este sentido. El tema de la salud no comprende únicamente la salud física. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un estado completo. Intentamos que las personas puedan tener más control sobre su salud y les damos los medios para mejorarla; la esencia de nuestros proyectos se basa en la capacidad de acción de los individuos. Para alcanzar nuestro objetivo ayudamos tanto a desarrollar las aptitudes individuales, llamadas competencias psicosociales, como a reforzar la acción comunitaria; trabajamos en el ámbito carcelario y promovemos una política pública sana.
Estos puntos permiten desarrollar nuestros proyectos, siempre en línea con nuestra filosofía. Las personas privadas de libertad a menudo no tienen la suficiente experiencia para llevar a cabo un trabajo psicológico, por lo tanto, debemos encontrar cómo convertirnos un recurso en su vida cotidiana.
KM. Vamos de puerta en puerta a las celdas de las prisiones, lo que no es para nada normal, pero era nuestra condición sine qua non para limitar los problemas de acceso o las dificultades en términos de desplazamiento. Es una postura diferente y asumida; vamos a ver a personas que no han pedido nada y esto nos abre múltiples posibilidades.
VS. Intentamos trabajar, en la medida de lo posible, durante las salidas al patio, lo que nos rechazan con frecuencia. Es como el trabajo en las calles, que consiste en estar más cerca de las personas, lo que desestabiliza a las personas del ámbito penitenciario. En realidad, no llegamos con una acción lista, primero venimos con la idea de promover la salud y, en función de las posibilidades y de lo que nos dicen los reclusos y el personal sanitario, desarrollamos un proyecto. Por ejemplo, para el proyecto “28 días”, relativo a la precariedad menstrual, los economatos y las mujeres reclusas pedían protecciones higiénicas o papel higiénico, así que estudiamos el problema, analizamos la situación y las necesidades. Lo mismo sucedió con la biblioteca: en un centro penitenciario, todos los libros eran de los años 1960-1970. Los reclusos no tienen acceso a internet, pero es importante que se mantengan informados. Con la colaboración de los bibliotecarios, que trabajaban con pocos recursos, revisamos todos los libros del área de la salud. Mediante nuestra newsletter, “MURSMURS”, también llevamos a cabo acciones de “promoción e información” reservadas a los profesionales de la salud que trabajan con los reclusos. Intentamos avanzar poco a poco en función de la realidad.
Después de cinco años de la existencia de I Care, he concluido que la prisión no se adapta en lo más mínimo a las personas encarceladas. Para soportar la prisión y poder reinsertarse en la sociedad, hay que hablar francés o neerlandés, saber escribir, tener un apoyo externo, dinero, una promesa de empleo, una vivienda a la salida y, sobre todo, gozar de buena salud.
Sin embargo, las personas privadas de libertad acumulan las dificultades: todas las solicitudes se hacen por escrito, a pesar de que algunos no saben escribir o no hablan el idioma; hay una brecha entre la manera en que se ha concebido el sistema y el público al que se dirige.
KM. La prisión es el miedo al cambio y al movimiento. Podría decirse que la asociación “I Care” va contra la corriente, ya que impulsa el movimiento, pero al final, una vez que el proyecto se ha puesto en práctica, la administración penitenciaria se da cuenta que todo sale bien. No realizamos un único proyecto durante cinco años, sino que intentamos adaptarnos a las diferentes realidades posibles. Por cada nueva idea, hay nuevas discusiones que abren otras perspectivas.
VS. A veces, el cambio se produce a partir del cuestionamiento. El movimiento no solo está en el proyecto en sí sino también en nuestras cabezas. Es interesante plantearse preguntas estratégicas mediante los guardias, los directores o incluso las políticas. En ocasiones, sugerimos a los ministros o a los diputados que visitan las prisiones que planteen ciertas preguntas. El objetivo no es respondernos a estas preguntas nosotros mismos sino suscitar la reflexión; una directora de prisión nos dijo que le habíamos abierto los ojos sobre ciertas cosas que no había visto a pesar de 20 años de carrera. Al interrogar, abrimos los ojos, lo que también significa que recibirnos puede incomodar a algunos.
KM. Somos conscientes de lo difícil que es para nuestro equipo llevar el cambio a la prisión, por lo que cabe destacar su entereza. En realidad, sentimos que apenas se “tolera” nuestra presencia en prisión.