Las personas condenadas a muerte no pueden comunicar ni entre ellas ni con otros reclusos. Siete centros penitenciarios cuentan con celdas reservadas para las personas condenas a la pena capital: Sapporo, Sendai, Tokio, Osaka, Hiroshima y Fukuoka. El centro penitenciario de Tokio alberga alrededor de la mitad de esta población carcelaria.
Alojamiento. Los condenados a muerte permanecen en aislamiento en celdas de aproximadamente cinco metros cuadrados (un poco menos de cuatro tatamis). Las ventanas son más pequeñas que las de las demás celdas y dejan entrar muy poca luz natural; además, los barrotes y las rejas reducen el campo de visión. Estas celdas disponen de un lavabo, un sanitario y un escritorio, y las personas solo pueden conservar un número limitado de objetos personales. La mayoría de los centros penitenciarios carecen de calefacción o de un sistema de ventilación.
Las cámaras de seguridad instaladas en las celdas funcionan las veinticuatro horas del día, y los guardias controlan las luces, que se pueden encender únicamente entre las 7:00 a.m. y las 9:00 p.m. La FIDH reportó que “Las luces se mitigan durante la noche, pero nunca hay oscuridad total”. Según Toshio Sakamoto, un antiguo guardia, los condenados a muerte no pueden ver nada a través de las ventanas además del corredor. Tampoco se les permite hablar con nadie y lo único que diferencia un día de otro es la comida que reciben.
Higiene. Las personas condenadas a muerte solo pueden ducharse tres veces por semana en verano, y dos el resto del año. Las duchas no deben exceder los 15 minutos, que incluyen el tiempo para desvestirse y vestirse de nuevo. En teoría, es posible ducharse después de una actividad deportiva, pero en la práctica las duchas no son accesibles todos los días.
Alimentación. Las personas condenadas a muerte reciben tres comidas por día en su celda. Estas comidas varían en cantidad y en calidad. La ley japonesa prevé que “la alimentación básica se componga de un 70 % de arroz y un 30 % de cebada. El valor calórico de los alimentos básicos se estima en función del trabajo asignado al recluso. Los acompañamientos contienen un aporte fijo de 1020 kcal independientemente del trabajo que ejerza la persona.” La administración permite un complemento de 60 yenes ($0,55) para las comidas especiales, como los cumpleaños y días festivos, y uno de 250 yenes ($2,30) para Año Nuevo. La falta de frutas frescas y verduras se derivan en carencias de vitaminas.
Las personas pueden comprar alimentos y productos de primera necesidad en el economato, pero la mayoría de ellas no tiene los recursos suficientes. Si bien, en teoría, las familias pueden llevar comida a sus seres queridos, la FIDH reveló en 2003 que los guardias no lo autorizan.
Actividades y trabajo. Los condenados a muerte pasan la mayoría del tiempo en sus celdas. Se les prohíbe moverse sin la autorización de los guardias y deben permanecer sentados en una posición específica. Desde que despiertan hasta el momento de la inspección nocturna, se les prohíbe hablar, hacer ruido, caminar en su celda y desviar la mirada. Solo salen para bañarse (15 minutos, dos a tres veces por semana), hacer ejercicio (30 minutos, dos a tres veces por semana) y recibir visitas. El único contacto que tienen, fuera de las visitas de sus familiares o abogados, es con los guardias. El área de ejercicio es hormigonada y mide alrededor de 10 m2.; los reclusos no pueden usar zapatos, por lo que caminan descalzos o en calcetines, y pueden jugar con un balón de caucho. Las personas condenadas a muerte no tienen acceso a computadoras o fotocopiadoras, que se utilizan por lo general para preparar los documentos legales necesarios para su defensa. Tampoco se les permite ver la televisión ni emprender una actividad. Se les autoriza a tener tres libros, previa aprobación de la administración, y pueden escuchar la radio, pero no escoger la estación.
Las personas condenadas a la pena capital cuya apelación está pendiente trabajan en las mismas condiciones que los demás reclusos. Pueden realizar tareas de producción (costura, productos de papel, etc.) o prestar servicios generales (cocina, limpieza, lavandería), y pueden ganar hasta 5000 yenes mensuales ($46).
Disciplina. Las jornadas de las personas condenadas a muerte se organizan de la misma forma que las de los demás reclusos. De manera general, la disciplina y las medidas de seguridad son extremadamente restrictivas. Los reclusos deben respetar un cierto modo de caminar, hablar, comer, sentarse y dormir; toda infracción es objeto de sanción.