Condenas a muerte¶

Entre 2019 y 2020, el número de condenas a muerte pasó de al menos 632 a 49. Amnistía Internacional estima que esta significativa reducción podría deberse a la interrupción de los procedimientos judiciales durante la pandemia de COVID-19. Más de 4500 personas han sido condenadas a muerte desde 2004.

La ley prohíbe condenar a muerte a personas por delitos cometidos cuando eran menores de 18 años. Justice Project Pakistan afirmó que tres de los clientes que representa eran menores de edad en el momento del delito. La organización sostiene que, por lo general, las condenas no se impugnan debido a la falta de documentos de registro de nacimiento y la desinformación general sobre los derechos de los niños en el país.

El Código Penal contempla la pena de muerte por homosexualidad.

Las condenas de las personas ejecutadas entre diciembre de 2014 y octubre de 2018 se dictaron principalmente por homicidio (70 %), terrorismo (17 %) y homicidio durante robo a mano armada (7 %).

Ejecuciones¶

En 2020, por primera vez desde la suspensión de la moratoria sobre la pena de muerte en 2014, no se registraron ejecuciones. Tras ese paréntesis de seis años, se han ejecutado a 404 personas en la provincia de Punyab y un total de 213 en las demás provincias.

En 2015, Pakistán llevó a cabo el 20 % de las ejecuciones en el mundo. El periodo entre el anuncio de la fecha de ejecución y su realización varía de una provincia a otra. En Punyab, este es de tres a cinco días.

La Comisión de Derechos Humanos del país denunció que desde 1990 se ha linchado a cerca de 70 personas acusadas de blasfemia.

En febrero de 2021, el Tribunal Supremo prohibió ejecutar a personas que padezcan trastornos mentales graves, pues afirmó que: “Si, debido a una enfermedad mental, una persona es incapaz de comprender las razones que justifican su castigo, la aplicación de la pena de muerte no responderá al objetivo de justicia”.

Personas condenadas a muerte a la espera de su ejecución¶

El periodo medio entre la sentencia y la ejecución es de 11 años.
La mayoría de las personas condenadas a muerte se encuentran en la Provincia de Punyab. El número de condenados a la pena capital en esta provincia pasó de 6604 en 2012 a 3890 en 2018 (lo que representaba el 83 % de esta población carcelaria).
En 2020, más de 4000 personas estaban a la espera de su ejecución.

Indultos y conmutaciones¶

El presidente de Pakistán tiene potestad para conceder indultos. Sin embargo, todas las solicitudes enviadas desde diciembre de 2014 se han denegado.

Entre 2010 y 2018, el Tribunal Supremo absolvió al 39 % de los condenados a muerte , y, desde 2014, ha anulado el 83 % de las penas capitales confirmadas por el Tribunal Superior (estas suelen conmutarse por cadena perpetua). En promedio, las personas condenadas a muerte esperan diez años antes de que el Tribunal Supremo revise su caso.

En junio de 2020, el Tribunal Superior de Peshawar anuló 196 sentencias dictadas por tribunales militares en casos de terrorismo. La mayoría de las personas habían sido condenadas a muerte y permanecido recluidas durante varios años en régimen incomunicado.

En junio de 2020, el Tribunal Superior de Lahore conmutó por cadena perpetua la pena de muerte de Mohammad I., quien llevaba 18 años en prisión por un delito cometido, según las organizaciones de derechos humanos, cuando era menor de edad.

Si bien se proporciona asistencia letrada a las personas con escasos recursos, esta se considera inadecuada. Justice Project Pakistan denunció que los pocos abogados de oficio que se asignan a los casos carecen de experiencia, reciben honorarios mínimos y, a menudo, están sobrecargados de trabajo. Muchas personas prefieren contratar a abogados privados, a pesar del considerable coste económico que esto representa. Los abogados rara vez visitan a sus clientes, y, por lo general, solo los ven durante el juicio, en el que la presencia del recluso es obligatoria.

Las reuniones entre las personas condenadas a muerte y sus abogados tienen lugar en una celda, o excepcionalmente en la oficina del director de la prisión, en presencia de un guardia. La confidencialidad de la comunicación no se garantiza.

Antes de su ejecución, las personas pueden solicitar reunirse con un abogado para redactar su testamento.

Mujeres¶

Las condiciones de reclusión de las mujeres se consideran relativamente mejores que las de los hombres. Las mujeres condenadas a la pena capital están recluidas en instalaciones o módulos específicos, repartidos en 12 centros penitenciarios. La vigilancia y los registros se dejan a cargo de personal femenino exclusivamente, y las reglas de seguridad son menos estrictas: no llevan esposas ─excepto en caso de incidentes graves ─ ni grilletes. A diferencia de los hombres, las mujeres disponen de un somier de tiras tejidas o cáñamo tensado sobre un armazón de madera de cuatro patas (charpai).

Las mujeres pueden vivir con sus hijos en prisión hasta los tres o seis años de edad, según la provincia. Los niños se alojan en las “celdas de la muerte” con sus madres y pueden jugar en su respectivo “bloque”. Los menores reciben comida, ropa y algunos artículos específicos que les proporcionan sus familiares o la administración (juguetes, regalos, etc.).

Extranjeros¶

Las condiciones de reclusión de los extranjeros condenados a muerte son las mismas que las de los nacionales. La ley les autoriza a recibir la asistencia de sus representantes consulares.

Los condenados a muerte se alojan en módulos específicos, separados del resto de la población carcelaria. Las “celdas de la muerte”, que miden menos de 8 m2, se agrupan en “bloques” de cuatro a cinco. Si bien la mayor parte del tiempo, dos personas comparten una celda, en algunas de ellas puede haber hasta siete u ocho personas, debido al hacinamiento. Los condenados permanecen en régimen de aislamiento una vez que se fija su fecha de ejecución.

Alojamiento. Según el reglamento penitenciario de 1978, en todas las celdas debe haber un inodoro y un suministro de agua potable (para lavarse, limpiar la ropa, etc.), y debe garantizarse la privacidad. Asimismo, debe haber un ventilador eléctrico en el techo, que los reclusos no puedan alcanzar, y una pequeña abertura en la parte superior de la pared que permita la ventilación. Las instalaciones no tienen calefacción para la temporada de frío.
Los reclusos condenados a muerte tienen que cambiar de celda todos los días. Las celdas se registran una vez por semana o, más a menudo, como medida vejatoria. Siempre hay un guardia fuera de las celdas y la luz se mantiene encendida en permanencia para supervisar a los reclusos.
Todas las prendas de las personas condenadas a muerte se retiran al momento de ingresar en prisión. La administración se encarga de suministrarles ropa, ropa de cama, utensilios de cocina de aluminio y sandalias (chappals). En el suelo hay esteras para dormir; cada recluso recibe dos mantas de hilo fino de mala calidad hechas dentro de la prisión (kharashi kambal) y una sábana de algodón (dari) para evitar el picor que provoca el kambal. No tienen almohadas. Muchos familiares les llevan mantas para el frío.

Alimentación. La comida que se les proporciona en la cocina de los centros suele ser de mala calidad y estar poco cocinada. Los reclusos pueden agregar especias para mejorar el sabor o comprar carbón para completar la cocción de los alimentos.
De acuerdo con el reglamento penitenciario: “El director, el director adjunto o el médico de la prisión deben revisar todos los alimentos destinados al consumo de las personas condenadas a muerte (…) Se autoriza a los condenados a la pena capital a completar su dieta por su propia cuenta. Los costes adicionales se deben pagar al director de la prisión, que se encargará de organizar la preparación de las comidas en las instalaciones o comprar fruta y otros alimentos para ellos.”

Actividades y trabajo. Las personas condenadas a muerte puede salir de la celda una hora al día: media hora por la mañana y media hora por la tarde. Solo se les permite caminar por el “bloque” de su celda y deben permanecer esposados. A menudo hay televisores en los bloques, pero las instalaciones deportivas son inexistentes.
Todos los reclusos pueden completar formaciones con el objetivo de obtener diplomas; muchos de ellos lo consiguen. Se les permite prestar libros “aptos” de la biblioteca de la prisión y comprar libros y periódicos por su propia cuenta, previa aprobación de la administración.
Los reclusos pueden fumar en las celdas. En virtud del reglamento penitenciario de 1978, el Gobierno distribuye cinco cigarrillos diarios a los reclusos fumadores que no puedan comprarlos.

Si bien se les permite tener imágenes y objetos religiosos (libros, esteras, rosarios) en sus celdas, los condenados a muerte no tienen acceso a los lugares de culto de la prisión. Por lo general, se les prohíbe recibir la visita de los capellanes, pero pueden solicitarla antes de su ejecución.

La política relativa al mantenimiento de los vínculos familiares es bastante uniforme en todos los centros penitenciarios. Los reclusos pueden enviar una carta a la semana de forma gratuita y dos más cada mes a sus expensas; todo el correo enviado se revisa. También se les permite recibir cartas de forma ilimitada y, una vez por semana, tienen derecho a una llamada telefónica pagada por la administración.

Los reclusos pueden recibir visitas semanales. Las visitas conyugales, en teoría accesibles para todos, son poco frecuentes y requieren un permiso especial.

Las personas cuyas sentencias de muerte hayan sido confirmadas por el Tribunal Superior reciben a sus abogados o familiares desde sus celdas y comunican a través de la reja de la puerta. Las visitas tienen lugar en presencia de los guardias, que, a pesar de que deben monitorearla de lejos, por lo general, se mantienen muy cerca, en detrimento de la confidencialidad y la privacidad.

Las personas condenadas a muerte no pueden obtener un permiso de salida temporal para asistir a funerales. Sin embargo, el cuerpo del difunto puede llevarse a la prisión para que su pariente lo vea por última vez.

La fecha de la ejecución se comunica a los familiares, quienes pueden visitar a su ser querido el día anterior, a la hora fijada por la administración.

Los ahorcamientos tienen lugar entre las 4:30 a.m. y las 6:30 a.m., dependiendo de la época del año. El cuerpo permanece colgado durante unos treinta minutos y luego se le devuelve a la familia. Los restos que nadie reclama se entierran en el cementerio de la prisión.

Todos los centros penitenciarios cuentan con un médico de guardia. Los reclusos deben hacer una solicitud para ver al médico. Una vez aprobada dicha solicitud, un guardia los acompaña hasta la unidad médica y supervisa la consulta. En caso de emergencia, una enfermera puede visitar al recluso para evaluar su estado de salud.

Muchos reclusos padecen enfermedades e infecciones comunes (tuberculosis, enfermedades de la piel, epidemias de piojos, sarna, problemas estomacales, etc.). Justice Project Pakistan cree que estos problemas de salud generalizados se deben principalmente a la sobrepoblación de las prisiones.

Las personas cuyas sentencias de muerte hayan sido confirmadas por el Tribunal Superior permanecen esposadas al salir de sus celdas, incluso durante las consultas médicas.

Se realiza un examen médico a los condenados a muerte antes de su ejecución.

• La base de datos de Justice Project Pakistan. (en inglés)
• Justice Project Pakistan, No Mercy, a Report on Clemency for Death Row Prisoners in Pakistan, 2019. (en inglés)
• The Guardian, Pakistan ends death penalty for prisoners with severe mental health problems, 2021. (en inglés)
• Amnistía Internacional, Pakistan : un couple est acquitté et échappe à la peine de mort, 2021. (en francés)
• Dawn, PHC sets aside 200 convictions by military courts, 2020. (en inglés)
• Dawn, Death sentence in juvenile case commuted, 2020. (en inglés)
• Reprive y Foundation for Human Rights, The Pakistan Capital Punishment Study, 2019. (en inglés)
• Human Rights Commission Pakistan, State of human rights in 2018, 2019. (en inglés)
• Prison Insider, Pakistán: 18 años en el corredor de la muerte, a pesar de ser inocente, 2020.
• Prison Insider, Pakistan: letters from death row; life after prison, 2019. (en inglés)
• FIDH, Punished for Being Vulnerable, 2019. (en inglés)
• ECPM, La peine de mort est homophobe !, 2018. (en francés)
• The Cornell Center on Death Penalty Worldwide, Judged for more than her crime, 2018. (en inglés)
• Le Monde, Le Pakistan lève complètement son moratoire sur la peine de mort, 2015. (en francés)