Türkiye: en la intersección del arte

Yüksel Uygun. Cuando tomé esta fotografía, estábamos todos apiñados detrás de la puerta de entrada de la asociación de derechos humanos (İnsan Hakları Derneği, en Estambul. No nos permitían salir por esa puerta y todas las puertas se bloqueaban al mediodía. No pudimos ir a la plaza Galatasaray para hacer una declaración ante de la prensa, un derecho consagrado en nuestra Constitución para apoyar a los reclusos enfermos o a las personas que desaparecen en prisión.

Trabajé con Halil Günes en el grupo Redfotograf y en nuestro proyecto conjunto con el colectivo Visto. Al leer la frase de su poema “amamos lo bastante la vida para morir por ella”, profundas emociones me embargaron. Un tiempo después, me enteré de que había muerto en prisión y aunque nunca nos vimos, la noticia me entristeció como si hubiera perdido a un miembro de mi familia.

Halil Günes pasó 29 años en la prisión de tipo F de Diyarbakır.

A principios de los años 2000, le detectaron varios tumores en sus pulmones. Más tarde, lo operaron para reparar las fracturas de sus costillas, provocadas por las torturas que le infligieron en prisión, y le diagnosticaron un cáncer de los huesos. Günes sufría de glaucoma, epilepsia y cálculos renales. Durante la noche usaba un respirador debido a su apnea del sueño. Vivía con una perfusión de suero constante, tenía dificultades para caminar y hablar, y sus compañeros de celda eran los que le ayudaban con sus necesidades personales.

En noviembre de 2013, el hospital de Diyarbakır elaboró un informe en el que explicaba que Günes no debía permanecer en prisión porque allí no se le podía brindar un tratamiento adecuado. Su abogado solicitó la liberación en repetidas ocasiones a lo largo de su reclusión, debido a la agravación de su estado de salud. Sin embargo, Halil Günes murió en prisión el 15 de diciembre de 2021, sin ver finalizado este proyecto.