La población carcelaria japonesa viene disminuyendo desde hace diez años, pasando de 70 000 reclusos en el 2005 a 63 358 en el 2015. Las tasas de ocupación y encarcelamiento son unas de las más bajas del mundo.
La proporción de reclusos ancianos es una de las más elevadas en el mundo: casi uno de cada cinco reclusos tiene más de 60 años. Políticas de retiro defiencietes son señalas como causa.
La pena de muerte sigue siendo aplicada. Tres personas fueron ejecutadas en 2015 y cuatro condenas fueron pronunciadas.
Las condiciones materiales de vida son satisfactorias. Sin embargo, un control psicológico es impuesto a los reclusos permanentemente: prohibición de hablar la mayor parte del día, limitación de los movimientos hasta dentro de la celda, entre otros.