Análisis Portafolio

La población carcelaria está aumentando en todo el mundo. Mientras algunos gobiernos afirman que el encarcelamiento es la herramienta más eficaz para abordar la delincuencia, analistas afirman que el encarcelamiento por sí solo sólo alimenta el ciclo de la violencia y que la educación ayuda a transformar las sociedades. Aquí algunos de los proyectos más innovadores, y las personas que están detrás de ellos.
Este artículo se publicó en primer lugar en el sitio web In.Visibles. Su autora es Josefina Salomón y las fotografías son de Patricio A. Cabezas.

Al final, un cartel con los nombres de las 50 personas que se han graduado desde que se inauguró la universidad en 1985.

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El Centro Universitario Devoto fue fundado en 1985 por un grupo de personas privadas de la libertad y profesores de la Universidad de Buenos Aires. – ©Privado
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Ofrece nueve carreras de grado, talleres y eventos. Cientos de personas privadas de libertad participan del espacio y más de 50 personas se graduaron desde su inauguración. – ©Privado
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Los estudiantes organizan todo desde el espacio, los cursos y negocian sus necesidades con las autoridades de la cárcel. – ©Privado
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El lugar está a un abismo de distancia del resto del complejo carcelario, donde 1.541 personas sobreviven la falta de espacio y malas condiciones edilicias, entre muchos otros problemas. – ©Privado
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Unas 50 personas egresaron del CUD desde su fundación en 1985, pero muchos meas de beneficiaron de la agenda de actividades. – ©Privado
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Una oficina de asesoría legal coordinada por estudiantes de derecho funciona en el CUD. – ©Privado
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Diego Cepeda se graduó de abogacía en el CUD en 2019, pocos meses antes de recuperar la libertad. – ©Patricio A. Cabezas
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"Entrar en una clase de Bard fue como salir de la cárcel, liberó mi mente y mi alma."

Al estudiar derecho, Diego pudo manejar mejor su propio proceso legal y ayudar a otras personas privadas de libertad.

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La cooperativa Esquina Libertad nació en 2010 como respuesta a la necesidad de oportunidades laborales para personas que recuperan su libertad. – ©Patricio A. Cabezas
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Actualmente unas 500 personas hacen parte de la cooperativa, que imprime desde remeras hasta libros y produce campañas de comunicación. – ©Josefina Salomón
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La cooperativa brinda talleres y trabajo en media docena de cárceles de la provincia de Buenos Aires y colaboran con centros universitarios como el CUD y el CUSAM. – ©Josefina Salomón
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“El proyecto nació de la falta de políticas públicas eficaces para apoyar a nuestras comunidades”, afirma Ayelén Stoker, una de las fundadoras de Esquina Libertad. “Lo único que hace es meter a la gente en la cárcel y después los sueltan sin ningún apoyo. Esa lógica del castigo por el castigo no ayuda a resocializar a nadie, sólo aísla más a la gente”. – ©Patricio A. Cabezas
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‘Studying a degree in a prison is about much more than studying,’ explains Waldemar Cubilla, sociologist and professor at CUSAM, a national university that exists inside the Unit 48 of the San Martin prison, in Greater Buenos Aires. – ©Patricio A. Cabezas
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Cubilla, quien nació en La Carcova, un barrio informal al lado del basurero a cielo abierto más grande de Buenos Aires, contribuyó a la apertura del CUSAM, donde estudio sociología, y ahora enseña. Más de mil personas participan en el espacio que incentiva el efecto multiplicador del estudio. – ©Josefina Salomón
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Todo empezó con una pequeña biblioteca en su celda, hasta que se dio cuenta que muchos de las personas privadas de libertad no sabían leer. “Recibían documentación sobre sus casos y no podían entender lo que estaba escrito, así que era importante hacer algo”. Esa biblioteca fue el comienzo del CUSAM. – ©Josefina Salomón
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Cuando recuperó su libertad, en 2005, Cubilla comenzó a construir una biblioteca en su barrio. – ©Waldemar Cubilla
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“No somos una biblioteca convencional, un espacio silencioso donde podés encontrar libros todos bien organizados”, dice Gisela Pérez, Directora de la biblioteca.
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Hoy es un centro cultural que brinda clases de apoyo, actividades y un comedor para las infancias del barrio. – ©Patricio A. Cabezas
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“Somos una biblioteca que construye comunidad, donde podés venir a aprender pero también encontrar apoyo. Estamos tratando de ofrecer alternativas a los jóvenes que la están pasando mal”. – ©Patricio A. Cabezas
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En Argentina, la falta de recursos es un gran obstáculo, ya que los programas en general no tienen presupuestos propios.

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“La universidad me ayudó a ver que había otro camino, me sacó de ‘la cajita’, se me abrió un mundo nuevo y ver que quería ir por ahí. Veía mucha diferencia entre quienes podían acceder a la universidad y los que no. Chicos que han estudiado conmigo no volvieron a reincidir”. Eduardo Navarrette, quien estudió trabajo social cuando estaba en el instituto de menores El Salvador y ahora trabaja con juventudes como parte de ConTextos.
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“Sin la educación no estaría aquí. Vengo de un ambiente muy violento y yo mismo solía ser muy violento pero la educación me ha transformado, como ha transformado a muchas personas”. Carlos Roberto de Melo, 39, de Mina Gerais, Brasil. Entró en el sistema penitenciario a los 18 años, donde estudio, primero el secundario y luego varias carreras incluyendo trabajo social y psicología. Ahora sigue siendo parte de la Asociación para la Protección y el Acompañamiento del Condenado (Apac), que propone nuevas formas de pensar el cumplimiento de sentencias.
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“La diferencia entre los chicos que pueden estudiar y los que no es muy grande. Quienes pueden estudiar tienen más oportunidades de ir acoplándose a la sociedad, pensar en su fututo. Con el estudio se les abre la mente a todas las cosas que pueden hacer para no volver a los centros. La educación ayuda a resignificar la experiencia del encierro”. Dairon Herrera, 29, quien lleva trabajando con jóvenes privados de la libertad, como parte de Tiempo de Juego, desde que salió de la cárcel hace 10 años.
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“Crecí en una de las comunidades más difíciles de Brasil, rodeada de vidas perdidas y familias rotas. Vi de cerca el impacto devastador de la falta de oportunidades. Fue entonces cuando me di cuenta: para romper este ciclo, teníamos que hacer algo más que señalar el error. Teníamos que mostrar que hay un camino. Un camino hacia el cambio, hacia la justicia, hacia la vida”. Cicero Alves. Fundador del Instituto Fenix de Recife, Brasil. Pasó tiempo en el encierro y ahora está terminando la carrera de Derecho.
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“La educación necesita expandirse. Para las mujeres trans, hay una ausencia de política educativa desde la primera infancia, eso debe cambiar.” Dandara Zainabo Díaz, quien de define como mujer trans, negra, estudiante de Pedagogía en la Universidad Estatal de Río de Janeiro y activista. Estuvo privada de la libertad durante casi cinco años en una cárcel de varones y tuvo que pausar sus estudios porque los únicos programas disponibles eran en universidades privadas. Desde recuperar la libertad, retomó sus estudios, escribió un libro y cofundó la organización Mamatula que brinda apoyo educativo y acceso a la justicia a las familias de las personas privadas de libertad, dice que hay que expandir el sistema educativo.
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