Los problemas de acceso a la vivienda a los que se enfrentan las personas que salen de prisión van más allá del contexto carcelario. En realidad, es cada vez más difícil encontrar una vivienda, incluso para quienes tienen un trabajo y una situación estables. En todas partes, el precio de las viviendas aumenta, pero no los salarios. En Ontario (Canadá), el alquiler ha aumentado en un 2.3 % en los últimos diez años, mientras que, entre 2000 y 2013, los salarios solo aumentaron en un 0.4 %. En Dublín (Irlanda), el precio del alquiler observó un incremento del 90 % entre 2012 y 2022. En Francia, entre 2000 y 2022, este aumento representó un 160 %, es decir, tres o cuatro veces más que el ingreso medio. Los precios de la vivienda se han vuelto inasequibles y la crisis inmobiliaria se ha generalizado.
Muchas personas señalan que el problema radica en la asequibilidad y no en la falta de viviendas. Reza Ahmadi de la Sociedad John Howard de Ontario afirma que “hoy en día se construyen grandes apartamentos o casas familiares, pero no hay suficientes espacios pequeños y abordables, por lo que las personas tienen que pelearse lo que hay”.
El acceso a la vivienda social es más difícil en este contexto.
Las soluciones de alojamiento de emergencia también resultan insuficientes debido al crecimiento exponencial del número de personas sin hogar. En Francia, la Fundación Abbée Pierre estima que de las 1 098 000 personas sin vivienda propia que hay en el país, casi 330 000 se encuentran en una situación de sinhogarismo. Algunas viven en albergues, hoteles, refugios improvisados o en la calle. La Fundación manifestó su preocupación por la cantidad sin precedentes de llamadas que saturan la línea de alojamiento de urgencia (115). Durante el mes de noviembre de 2023, cada noche se rechazaba a unas 8000 personas, entre ellas 2400 menores, por falta de espacio en los albergues. En el otoño de 2023, los ayuntamientos de varias ciudades francesas anunciaron que denunciarían al Estado por su incapacidad para garantizar un alojamiento de emergencia a las personas sin hogar. Estas alertaron al Gobierno sobre sus dificultades para hacer frente a la escasa financiación que se asigna a este tipo de soluciones.
Por su parte, la Unión Social para la Vivienda (Unión sociale pour l’habitat) señaló que, cerca de 2.4 millones de familias están a la espera de un alojamiento social, es decir, 162 000 más que en 2021. Para la Unión, estas cifras son alarmantes, ya que los organismos de vivienda social solo conceden 400 000 hogares al año ─incluso menos en 2023─. Los plazos para obtener una vivienda han aumentado entre un 20 % y un 30 % en ciertos territorios. En Estocolmo y Toronto, las personas esperan hasta diez años para obtener una vivienda social. Este periodo es de 13 años en Ámsterdam.
En este contexto, el acceso a la vivienda para las personas en situación precaria, que salen de prisión, resulta muy alarmante. Como lo explica Reza Amhadi con respecto al caso de Canadá: “Cuando la oferta es tan limitada, a las personas más marginadas de la sociedad, como las que salen de prisión, les resulta mucho más difícil encontrar una vivienda. La demanda es un 500 % mayor que la oferta. Imagine lo que esto supone para una persona en conflicto con la ley”.
Lo que dicen, de manera subyacente, muchas de las personas con las que conversó Prison Insider, es que la crisis inmobiliaria actual crea una feroz competencia entre las personas en búsqueda de vivienda y hace más difícil que las estructuras asociativas que desean proponer soluciones de alojamiento obtengan inmuebles con este fin.
Foyers Matter es una asociación basada en Lyon (Francia) que alberga a personas que salen de prisión, sobre todo en el marco de una suspensión de pena. Marine Tocco, responsable del departamento de Justicia y Cohesión Social de la asociación, describe las dificultades a las que se enfrenta para incrementar la oferta de alojamiento: “Intentamos por todos los medios aumentar el número de viviendas, a través de actos de puestas a disposición o de la colaboración con una cooperativa de usufructo vitalicio solidario, por ejemplo“. Si no existieran tantas dificultades de acceso a la vivienda, Foyers Matter podría acceder a más propiedades para alojar a un mayor número de personas que han beneficiado de una suspensión de pena.
Pero, además de las propiedades en sí, existen otros factores que deben tomarse en consideración a la hora de proponer una vivienda a las personas que salen de prisión. Como lo explica Marina Tocco, no todas las soluciones son adecuadas: “Debemos prestar atención a la elección del barrio, o a no proponer apartamentos en la planta baja que tengan rejas en las ventanas, por ejemplo. También, velamos porque la vivienda sea lo más accesible posible”. El hecho de que las construcciones recientes se ubiquen lejos del centro de la ciudad también limita las posibilidades. “Las viviendas que se encuentran en zonas retiradas no se ajustan a las necesidades de las personas que acompañamos, pues la mayoría de los servicios sociales y de salud mental, que tanto necesitan, se ubican en el centro de las ciudades”, precisa Reza Ahmadi.
Pierre Mercier, director de la asociación Le MAS (Lyon, Francia) pone de relieve las dificultades que existen hoy en día para encontrar una vivienda, social o no, y reitera la necesidad de actuar frente a esta dura crisis. “Si muchas personas que trabajan, que no han tenido problemas con la justicia ni son extranjeras, tienen problemas para encontrar un domicilio, para las personas que salen de prisión, la situación es mucho peor. Con seguridad, esto se debe a que se trata de personas vulnerables y desfavorecidas, que acumulan problemas con los que la sociedad no desea lidiar, o de hombres, jóvenes, con trastornos mentales, o que presentan conductas potencialmente peligrosas. Teniendo en cuenta que nuestra sociedad funciona por mérito, no parece coherente facilitar una vivienda a una persona que se ha comportado mal. La condena no se acaba una vez purgada, sino que se prolonga al salir de prisión. La clasificación en función del “mérito” se hace sin importar que se hayan establecido listas prioritarias o no“.